“Creo que todos los candidatos presidenciales en Honduras desde 2013 han recibido dinero del narco”

<p>El periodista hondureño Óscar Estrada sospecha que las elecciones de este año están siendo manchadas por donaciones de narcotraficantes a todos los partidos. “Las condiciones antes de 2021 no han cambiado”, razona en esta entrevista, y añade que los tribunales estadounidenses han dejado prácticamente intactas las operaciones de los cárteles.</p>

Roman Gressier

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Esta es quizás la primera vez en poco más de una década que Honduras celebrará elecciones sin que ninguno de los tres partidos políticos más importantes del país pueda eludir evidencia públicamente conocida de que sus líderes trataron con narcotraficantes durante ese mismo período. Los dos partidos tradicionales, hoy opositores, fueron salpicados por las condenas en tribunales estadounidenses del hombre fuerte del Partido Nacional Juan Orlando Hernández y su hermano Tony, por delitos de narcotráfico; y la de Yani Rosenthal, quien hasta mayo era tanto condenado por lavado de dinero como presidente del Partido Liberal.

Pero la promesa del Partido Libertad y Refundación (Libre), que llegó al poder en 2021, de desmantelar la “narcodictadura” sufrió un duro golpe en septiembre pasado, cuando un video mostró a Carlos “Carlón” Zelaya, entonces secretario del Congreso y cuñado de la presidenta Xiomara Castro, negociando un acuerdo para financiar su campaña presidencial de 2013 con fondos de Los Cachiros. “La mitad que sea para el comandante”, dijo Carlón, utilizando un apodo común para el esposo y asesor de Castro, Manuel “Mel” Zelaya. A Libre le ha costado rebatir esas pruebas, de manera que ha echado mano desde entonces a acusaciones de una conspiración internacional para dar un golpe de Estado y a señalar lo que a estas alturas es casi una obviedad: que los demás partidos están manchados por el narcotráfico.

En esta entrevista con El Faro en Tegucigalpa, el periodista hondureño Óscar Estrada, autor de Tierra de Narcos (2021), sostiene que ninguno de estos partidos está realmente interesado en fortalecer las instituciones mediante reformas que surjan “de la buena intención de la cooperación internacional, pero no de un acuerdo real entre las élites”. Estrada, que acaba de lanzar y dirige el programa matutino de análisis político Más Conscientes, también participó en el Frente Nacional de Resistencia, una coalición política que se opuso al golpe de Estado de 2009. Ese cruce entre el periodismo y la política le da cierta perspectiva cuando afirma que todo lo que queda hoy de la misión fundacional de Libre es un mito.

La semana pasada, en Más Conscientes, comentaste el video de Carlón, que publicó InSight Crime hace ya un año: afirmaste que el video desbarató la autoridad moral del Partido Libre. ¿A qué te referís?

Libre creció en oposición no solamente al golpe de Estado, que es el mito fundacional del partido, sino también contra lo que ellos califican como la “narcodictadura”. A partir del video, lo que queda claro es que todo ese tiempo que ellos calificaron de “narcopartido” al Partido Nacional y al Partido Liberal, ellos también habían recibido financiamiento por parte de los mismos grupos. Ahora, cada vez que lo hacen, siempre aparece el tema de Carlos Zelaya; no solo porque es una figura prominente del partido, sino porque fue clave para formarlo. En gran medida —y esto no está probado, pero lo que la oposición que antes atacaban ahora utiliza— es que Libre surgió por el capital del narcotráfico. Porque son los mismos narcotraficantes y es la misma cantidad de dinero que le dan a todos; que ellos hayan querido hacer creer que no recibieron el dinero, que solamente era una negociación, nadie les cree.

Un aspecto fundamental del video es que se grabó a Carlón en 2013, durante la primera candidatura presidencial de su cuñada, Xiomara Castro, negociando en nombre de la campaña.

Sí, durante el génesis del partido. En ese momento, la gente creía todavía que el Partido Libertad y Refundación era un partido con distintos orígenes y motivaciones. Había todavía cierta pluralidad política. Había corrientes políticas: el FRP, Somos Más y todo. Nunca se peleó la presidencia; se asumió que eso le correspondía a la señora Xiomara Castro. Tampoco el puesto de coordinador general, que la gente asumió era de Manuel Zelaya Rosales. Pero en las demás planillas, sí hubo cierta competencia.

Ya para la pre-elección del 2017, es otro partido. Comienza a entrar dinero favoreciendo ciertas corrientes, especialmente la del movimiento 28 de junio, que era la que Carlos Zelaya formó y coordinó. Ahí comienzan a desplazarse ciertos actores, ya calificándolos de traidores. Comienza a fracturarse el partido y a presentarse esos vicios autoritarios y antidemocráticos que quienes estuvimos en el Frente Nacional de Resistencia recordamos que ya estaban marcados desde el principio. Hay figuras políticas del país que para la elección de 2013 no participamos en ese proceso de Partido de Libertad y Refundación porque fuimos desplazados y porque no logramos cuajar dentro del proyecto. Figuras como Berta Cáceres: ella era muy crítica del proceso autoritario que estaba sufriendo ya el partido.

¿Hoy quedan rasgos de lo que era el partido en el momento de su fundación?

Queda todavía cierto mito y cierta base que lo sigue creyendo. Si el partido quisiera tener un proceso de reconstrucción después del resultado de este proceso electoral, tendría que volver a la base, pero le va a ser muy difícil porque el liderazgo está muy distante de lo que fue esa base. Tendrían que surgir nuevos líderes y no sé si hay espacio para eso.

¿Cómo se recibe dentro de Libre el video de Carlón?

Se recibe como un choque. Cuando saqué el libro Tierra de narcos en 2022, uno de los reclamos que me hizo mucha gente del Partido Libre fue: ¿por qué cuentas la historia de Carlos Zelaya? Me acusaron de inventarlo, de estar repitiendo la retórica de la derecha. Pero el video fue contundente: las palabras de Carlos Zelaya en ese video se recibieron como un balde de agua fría, de realidad. Ya había ciertos rumores dentro de la militancia pero se quedaron como eso: un rumor malintencionado y ambiguo por parte de los enemigos del partido o del clan. No se había vuelto tan evidente y eso es lo que realmente choca en la militancia y en la población que no es de Libre, pues termina de construir un relato sobre el gobierno de Manuel Zelaya, respecto de la pista (de aterrizaje) del (Aeropuerto) El Aguacate y toda esa cuestión.

El juicio contra Juan Orlando Hernández en 2024 y otros procesos judiciales en años recientes en Estados Unidos señalaron a Carlos e incluso a Mel Zelaya. ¿El video realmente fue una sorpresa?

Sí, porque la maquinaria del partido salía siempre a desmentir esas declaraciones judiciales. Ha habido un juego dentro del partido que si lo dice el narco sobre el adversario, es real, pero si lo dice el narco sobre mi aliado, es mentira. Le daban cierto beneficio de la duda, también un poco por las expectativas que había generado ese partido en el poder. Pero con el video ya nadie lo puede negar.

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Esto se ve una y otra vez en Honduras: hasta comentaristas en la tele reconocen que hay un narcoestado, pero en casos concretos, nadie es narco y al mismo tiempo el narco es el contrincante. El narcoestado está en todos lados y no está en ningún lado.

Así es. Hay una forma de ser que identifica al hondureño, que es tratar de ser “el más vivo”. Todos queremos que los otros cumplan las reglas, pero nadie quiere cumplirlas. A la población normal, poco le importa el tema del capital ilícito y el narcotráfico en la vida común. Eso es un tema más de élite, más político, en algunos casos criminales. No quiere decir que toda la gente aceptaría dinero del narcotráfico en sus negocios o en su vida diaria, pero la guerra del narcotráfico, a la gente le molesta cuando hay violencia o abusos en sus comunidades. En general lo ven como un recurso, ya sea de empleo, comercio o estética. Lleva un poco de modernidad a un municipio muy olvidado. Aunque sea una modernidad kitsch o narco, es modernidad. Hay un gran sector de la población del mundo que se sienten marginados de la gran conversación y el narcotráfico es una forma de entrar en ella.

Pongo un ejemplo: en 2010, hice una investigación en Moskitia y estuve más de un mes hospedado en la zona tawkahkaya, en la pequeña aldea Yapuwás. Los líderes indígenas me llevaron a una pista de aterrizaje que estaban construyendo. Me contaron: “Vamos a traer aviones para turistas y que nos den dinero en efectivo; la comunidad ocupa recursos para poder funcionar; vamos a poder sacar personas en emergencias médicas”. Es lo que siempre se dice cuando se está construyendo una pista en zonas remotas en medio de la selva. Les pregunté, “¿No les preocupa el tema del narcotráfico?”. Creo que su respuesta refleja la psicología del hondureño común: “Mire, el narcotráfico no es una guerra de nosotros. Si el Estado quiere impedir que el narco se posicione, que mande un contingente militar para cuidar la pista”. Al final, la pista no se terminó, pero la lógica persiste.

Volvamos a Libre por un segundo. ¿En qué momento te distanciaste del partido y cómo fue ese proceso? Hablaste hace un rato de “nosotros”.

Nunca formé parte del partido. Estuve en el proceso del Frente Nacional de Resistencia en 2009 originalmente como periodista y luego como parte del colectivo Artistas en Resistencia. Mirábamos que el golpe de Estado había abierto un camino de movilización social que podía realmente construir un proceso político distinto. Pero temíamos desde el principio que enfocar el proceso en el zelayismo iba a terminar convirtiéndolo en un partido tradicional con la estructura de un partido nacional, con sus caudillismos y vicios, sin haber realmente construido una base social ni un proyecto real. Ese fue el argumento que se tuvo allá por 2010.

Se hicieron varias asambleas en las que se discutió dentro del Frente Nacional de Resistencia si queríamos o no un partido, porque la propuesta del grupo de Zelaya era que el partido era el vehículo de alcanzar el poder. Nuestra pregunta era, ¿para qué?, ¿para quién? En la primera asamblea no pasó el proyecto del partido. En ese momento, Mel y Xiomara estaban en el exilio todavía. Ya en la segunda asamblea, en 2011, se decidió formar el partido. Subió Berta Cáceres a dar un discurso, a explicar por qué el partido iba a terminar traicionando el proceso político, y fue bajada a abucheos de esa asamblea. Entendimos que no había espacio para el pensamiento, la crítica ni el disenso dentro del Partido Libre, así que nunca formamos parte.

La ley del más fuerte.

Al final pesó el sombrerazo.

La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, su esposo y expresidente Manuel Zelaya (izquierda), y su hijo Héctor Manuel Zelaya (derecha) saludan a sus seguidores durante una manifestación para celebrar el segundo aniversario de la victoria de Castro en las elecciones presidenciales, frente a la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en Tegucigalpa, el 27 de enero de 2024. Foto de El Faro: Orlando Sierra/AFP.
Cientos de personas se reunieron en la sede del partido Libre para celebrar la victoria electoral de Xiomara Castro y Salvador Nasralla en las elecciones de 2021. Hoy, Libre y Nasralla, que se presenta por el Partido Liberal de la oposición, son diametralmente opuestos. Foto de El Faro: Carlos Barrera.

Pasemos al segundo narcovideo reciente: el de Mauricio Villeda, dirigente del Partido Liberal, supuestamente reunido con Devis Rivera Maradiaga —el mismo narco del video de Carlón— para negociar dinero para su campaña presidencial en 2013. Villeda también fue nombrado en el juicio contra Juan Orlando. ¿Cuánto peso le das a ese video?

Yo no dudo que Mauricio Villegas haya recibido ese dinero, así como no dudo que lo recibió Carlos Zelaya, porque las pruebas son iguales. Él dice que no lo recibió, pero es lo que dicen todos. Entrevisté a Juan Orlando Hernández en la cárcel de mayo a agosto de 2024, en el proceso de la sentencia, y le pregunté si los videos realmente existían. Me dijo que sí. La diferencia viene de los antecedentes de cada uno. En el caso de Carlos Zelaya, ya había rumores de su relación con la estructura del narcotráfico, incluso antes de que existiera el video. En el caso de Mauricio Villeda, su nombre había salido en juicio pero nunca se le vinculó realmente con estas estructuras. Hasta que se muestra el video.

Mauricio, como figura política dentro del Partido Liberal, ya es irrelevante. Fue una figura poderosa dentro del proyecto de 2009, pero las caras que vemos ahora no son las mismas. Creo que solo está la cara de Yani [Rosenthal, excandidato presidencial condenado en Estados Unidos por lavado de dinero del narco] y algunos otros nombres. Villeda es diputado y consideraría que aquí, tras el video, termina su carrera política. No tiene ya la estructura política que le dio poder en 2013. Tampoco tiene el peso que tiene Carlos Zelaya, que era secretario del Congreso y es hermano del expresidente y padre del ministro de finanzas.

Aquí es importante detallar por qué surgen estos videos. El cachiro [Devis Maradiaga], antes y después de reunirse con la DEA, entendió que su forma de negociar un acuerdo que le favoreciera era llevar anzuelos, así que se dedicó a buscar a empresarios, políticos…. él tiene un odio particular a los políticos, como cualquier hondureño. Si le preguntan al cachiro si los políticos son corruptos, dice que sí, que “odio la corrupción”, aunque él sea el agente corruptor. Entiende muy bien que el último mes del proceso electoral es cuando los candidatos y los partidos andan desesperados buscando dinero. Y es el momento cuando se filtra el narcotráfico, cuando reciben dinero de cualquiera.

Si Mauricio Villeda es un don nadie en el Partido Liberal hoy, ¿por qué el candidato presidencial de su partido, Salvador Nasralla, que no viene de las filas liberales, tendría la necesidad de salir en público a desmentir el video?

Es porque hay un vínculo con los Villeda que trasciende lo político por parte de Salvador Nasralla: él viene de Televicentro y la familia Villeda es uno de los dueños de Televicentro. Tiene que ser una relación de amistad; no dudo que sean amigos y que se conozcan desde hace mucho tiempo. Por eso sale a la defensa: una defensa ambigua, pero una defensa al final.

Nasralla dice que no vio un intercambio de dinero en el video, así que no ve ningún pecado. ¿Esto compromete de alguna manera su candidatura?

Creo que no termina arrastrando su candidatura, pero muestra sin lugar a duda que el capital oscuro está en todos los partidos políticos.

También está Yani Rosenthal, que fue condenado por lavado. Volvió de la cárcel en Estados Unidos y se presentó en 2021 como candidato presidencial. Hasta mayo de este año, era presidente del Partido Liberal. ¿Qué peso tiene él dentro del partido?

Creo que hay un esfuerzo de desplazar la figura frontal de Yani Rosenthal. No lo vemos ahora como aparecía antes cuando era presidente. A nivel de campaña, Salvador Nasralla es el candidato del partido, pero no es liberal. Uno de los temores que tienen los liberales es que Salvador puede desprenderse del partido como se ha desprendido de los otros y que Libre aproveche eso. Hay algunos análisis que piensan que Salvador Nasralla, de ganar la presidencia, no tendría el poder: porque no controla el partido ni controlaría el Congreso. El Partido Liberal siempre ha tenido varias cabezas y las negociaciones después de alcanzar el poder son lo que permitirían que el partido funcione como gobierno.

Salvador Nasralla, candidato presidencial en 2017 por la Alianza de Oposición contra Juan Orlando Hernández, convocó una protesta contra la toma de posesión del Congreso Nacional en Honduras. Unos 200 manifestantes se reunieron y tomaron el bulevar Cecilio del Valle y el puente La Isla, a unos 300 metros del Congreso. Foto de El Faro: Víctor Peña.

El fiscal general, Johel Zelaya, ya ha anunciado que está investigando a Villeda pero no ha movido un dedo en público respecto a Carlón. ¿Tiene independencia del Gobierno?

No, no. El Ministerio Público carece de independencia. Cualquier intento de procesar a Mauricio Villeda va a ser únicamente un intento de dañar la candidatura de Nasralla y del Partido Liberal, porque no tiene más que el video… y ahí sí, no tienen prueba de que haya recibido ese dinero. En el caso [del general de brigada] Romeo Vázquez, en el otro video que sacaron, aparentemente hay dinero en la mesa. Pero en el caso de Mauricio Villeda, si lo procesan sin ese efectivo, estarían obligados a procesar a Carlos Zelaya, porque es el mismo año, son los mismos actores y es la misma ausencia de efectivo.

Redondeemos con Tito Asfura del Partido Nacional. Tiene el gran lastre de la narcopolítica de Juan Orlando Hernández. En 2021, los votantes dieron una paliza al partido. ¿Asfura quiere vender un conservadurismo sin los pecados de JOH?

Otra vez volvemos al narcovideo: le ayudó mucho al Partido Nacional, por la retórica de Juan Orlando y su familia, de que en su caso no hay videos, no hay fotos, no hay nada concreto más allá de los testimonios de los mismos narcotraficantes que vimos negociando con Carlos Zelaya. Ese video fortaleció la narrativa de que Juan Orlando ha sido juzgado de manera injusta. Sea cierto o no, esa es otra discusión. Vemos en los números actualmente que el Partido Nacional no ha sufrido pérdidas a nivel de base. Es el partido actualmente más sólido del país; no tiene liderazgos, pero tiene estructura. Y la estructura está funcionando en cada territorio, en cada municipio, en cada aldea donde está activa.

Tito Asfura ha intentado desplazarse de la figura de Juan Orlando Hernández y lo ha hecho, pero cada vez se le vuelve más difícil, precisamente por la construcción mítica entre cierta parte de la base de que cuando estaba Juan Orlando había orden y las cosas funcionaban. Eventualmente, Asfura tendría que conciliar con la figura de Juan Orlando Hernández para tener un gobierno con el control del Partido Nacional. Lo que más unificó al partido es cuando Libre comenzó a tildar a todos los nacionalistas de “narcocachurecos”. Al ciudadano común, que es un conservador clásico, no le gustan esos calificativos.

El presidente hondureño Juan Orlando Hernández (centro) y el alcalde de Tegucigalpa, Nasry Tito Asfura (centro-izquierda), asisten a la celebración del 51.º aniversario del segundo batallón de artillería aerotransportada en Tamara, a 20 km al norte de Tegucigalpa, el 22 de agosto de 2015. Foto de El Faro: Orlando Sierra/AFP.
Un grupo de simpatizantes del Partido Nacional de Honduras se reunió para apoyar al candidato presidencial Nasry Asfura dos días antes de las elecciones generales de 2021. Foto de El Faro: Carlos Barrera.

A partir de ahí se entiende el lema de la campaña de Asfura: “Ahora o nunca”.

Sí. Se trata de generar ese sentido de urgencia dentro del partido, porque se sienten bajo ataque por parte del Gobierno de Libre y se ha creado la idea de que un nuevo Gobierno de Libre significaría la destrucción del partido. Destrucción y vacío. Creo que está funcionando para reconfigurar y reconstituir el Partido Nacional.

¿Cuál es tu lectura del hecho de que la Unidad de Política Limpia está, número uno, sin presupuesto y, número dos, como muchas instituciones, repartida entre el tripartidismo?

La Unidad de Política Limpia surgió, como muchas cosas en Honduras, de la buena intención de la cooperación internacional, pero no de un acuerdo real entre las élites. O sea, las élites no decidieron que había que poner orden a los ingresos para las campañas políticas. Fue una imposición de la Unión Europea, Naciones Unidas y Estados Unidos. Lo cierto es que ninguno de los partidos quiere un escrutinio de sus finanzas. Esto no quiere decir que las campañas sean todas de origen ilícito, pero no siempre las que financian campañas quieren que su nombre aparezca. Por otro lado, Libre tiene un estímulo para dejar que la Unidad de Política Limpia no funcione: utilizar los fondos del Estado. Lo vimos en las primarias. No dudamos que en las elecciones generales vamos a ver casos parecidos.

¿Todo esto es terreno fértil para el financiamiento del narco?

Sin lugar a duda. Creo que hay financiamiento del narco y lo va a haber en las campañas; no podría decirte quién va a recibir más o menos, pero no solamente por cuestiones de campaña y de intereses regionales y locales, sino también por cuestiones internacionales. Venezuela pesa mucho acá. El gobierno de Venezuela fue un gran financista en las elecciones anteriores del Partido Libre y de la construcción del Partido Libre: llegaba dinero a través de Nicaragua para financiar movilizaciones, asambleas y todo ese asunto. Lo cierto es que el gobierno de Venezuela necesita que Honduras continúe siendo un aliado.

La candidata presidencial del partido oficial Libre, Rixi Moncada, habla durante un mitin en San Pedro Sula, a 180 km al norte de Tegucigalpa, el 30 de agosto de 2025. Moncada es una de las principales ministras del gobierno de la presidenta Xiomara Castro, además de haber sido miembro del gabinete hace casi dos décadas en el gobierno de Manuel Zelaya. Foto de El Faro: Orlando Sierra/AFP.

¿Qué elementos has visto para pensar eso?

El vínculo principal que podría explicar ahora es el vacío de control. No hay forma de saber si existe o no existe, pero está la oportunidad y está la necesidad. Las condiciones de antes de 2021 no han cambiado. Lo único que ha cambiado es el alineamiento político del Gobierno de Estados Unidos. En 2021, estaba involucrado emocionalmente en un cambio de partido y la circunstancia más favorable para eso era el gobierno de Libre. En este momento, el gobierno de Estados Unidos está involucrado emocionalmente en otro cambio de partido. Queda por ver si esa apuesta va hacia Nasralla o hacia Asfura. Creo que va hacia Nasralla, por los vínculos con la estructura de Juan Orlando Hernández que todavía existen en el Partido Nacional.

¿El riesgo de financiamiento ilícito es una amenaza a la integridad del proceso electoral o es business as usual?

Hay tres fuentes de financiamiento para campañas políticas. Si no tenés tu propio dinero, está el capital transnacional, de corporaciones del sector energético, bancario, agroindustriales, etcétera, que invierten en campañas políticas. Dos, está el Estado como fuente de ingresos. Y tres, está el narcotráfico. Quienes recurren al narcotráfico tienden a ser aquellos que se sienten en mayor desventaja porque no tienen acceso a las otras dos. El capital del narcotráfico es un actor importante en las elecciones. Si no lo sabemos para la elección de 2021, es porque nadie lo ha investigado todavía.

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Además, las élites se sienten traicionadas por Estados Unidos. Por ejemplo, el “Tigre” Bonilla y Juan Orlando Hernández en su momento fueron agentes eficientes para lograr los objetivos de Estados Unidos. Luego, por los cambios de política interna de Estados Unidos, los hondureños se sienten traicionados. Dicen: “Hice lo que hice porque era lo que necesitábamos hacer y ¿cómo ahora me vas a buscar por esto? Tener estas instancias de fiscalización, aunque sea una institución sin dientes, como lo es la Unidad de Política Limpia, consolida una narrativa que luego va a jugar en contra de las élites. No en las cortes hondureñas, sino en Estados Unidos.

Pero si aceptamos la tesis del tribunal en Nueva York que condenó a Juan Orlando, ¿cuál podría ser su lógica para pensar que él había cumplido lo que Estados Unidos le pidió?

Fueron personas efectivas en esa etapa de los Estados Unidos. Pero al final, Estados Unidos se mueve detrás de intereses y lo estamos viendo con Donald Trump: cómo trastocan las narrativas según los intereses del grupo que está gobernando en este momento. Yo creo que la vinculación con el narcotráfico de Juan Orlando Hernández no se probó en juicio. Se probó la existencia de un político corrupto, un político odiado precisamente por lo que testificaron en contra de él. Lo laxo de la carga probatoria que requiere llevar ese proceso lo juzgó culpable. Pero es la forma en que la corte de Nueva York construye las narrativas y los testimonios que hace virtualmente imposible que nadie que caiga en esa silla pueda salir libre. Sea culpable o no. ¿Y era culpable en el fondo? Ahí no sé.

Ese es el temor de la familia Zelaya: no ocupan probar nada para meterlos presos con cadena perpetua. Con los rumores que tenemos, con los artículos que tenemos, con las cosas que la gente “sabe”, entre comillas… con eso basta para poder condenarlos a cadena perpetua.

Estás diciendo que crees que nunca se puede llegar a saber a ciencia cierta.

No, no se puede. La lucha contra el narcotráfico siempre ha sido una cuestión política de Estados Unidos. Está fracasando la estrategia de lucha contra la droga en el mundo. Lo que hay es un interés en administrar el flujo de la droga. El narcotráfico también funciona para generar recursos para Estados Unidos: si no, ¿cómo se construyó Miami? El Gobierno de Estados Unidos necesita crear estos grandes enemigos, porque si no, ¿cómo se justifica la opinión pública de que con todos los recursos que mueve Estados Unidos, con toda su inteligencia y todos sus satélites, están llenas sus calles de fentanilo? ¿Cómo lo explicás si no con la traición de las élites de estos países?

En el caso de Juan Orlando Hernández, hay racismo también. El público norteamericano está propenso a aceptar que todos los políticos hondureños son corruptos y narcotraficantes, les presente pruebas o no. Es el Speedy González que viene del otro lado de la frontera. O sea, yo creo que este país no funciona sin el dinero del narcotráfico. Su economía no funciona. Cuando sale el dinero del narcotráfico, su seguridad colapsa, porque también ayuda al control social. Las campañas políticas necesitan el narcotráfico y Estados Unidos lo sabe muy bien. El video de Carlón lo tienen desde 2013. Lo guardaron por 12 años y lo sacaron en el momento que políticamente les convino.

¿Tu tesis es que la DEA filtró el video?

Sí, o el Departamento de Estado. ¿Quién más lo tiene? El cachiro.

Sobre la judicialización de los casos en Estados Unidos, entre los casos de Juan Orlando y Tony Hernández, se salpicaron políticos de los tres partidos. ¿Realmente no creés que había elementos para decir que Juan Orlando o Carlón o alguno de los mencionados eran culpables, como lo habían afirmado los mismos narcotraficantes?

Es que eso me hace creer en la palabra de los narcotraficantes. Pero cuando vamos a juzgar a un presidente de un país, necesitamos algo más que la palabra de un testigo. La fiscalía dijo que tenía cientos de terabytes de pruebas contundentes y salió con testimonios que no se sostienen bajo escrutinio. El cachiro describe en su testimonio que en 2012, para el cumpleaños de Moncho Lobo, hermano del presidente Porfirio Lobo, hubo una fiesta allá en Bonito Oriental, en su casa. En esa fiesta, el cachiro dice que varios de los narcotraficantes le hicieron videollamadas. Describe en su testimonio cómo le muestran las llamadas así y le dice, “Mirá, aquí estoy con Juan Orlando abrazado”. O sea, la fiesta existió. Fue reportada en la prensa. Hay fotos. No dudo que, siendo territorio de los cachiros, ellos sabían de esa fiesta. No sé si fueron invitados o no; el testimonio del cachiro dice que lo fueron. Pero en 2012, en Bonito Oriental, no había internet.

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¿Cómo hicieron la videollamada?, ¿cómo se sostiene en un contrainterrogatorio? Los abogados neoyorquinos y el jurado no conocen Bonito Oriental; tal vez para ellos tiene todo lo que tenía Manhattan en el 2012 y por lo tanto tiene que tener internet. Porque esta es la casa del hermano del presidente de Honduras. Hoy todavía no hay internet en Bonito Oriental. Todavía se te cae la llamada. Andá a Bonito Oriental y le hacés una videollamada y vas a ver cómo se te cae. Y así te puedo decir de Fabio [Lobo] o de Chande Ardón. Noto las costuras de la fiscalía para decir, “No, diga estas palabras en lugar de estas; llámelo de esta manera en lugar de esta”, para que todo el testimonio encaje en una sola narrativa que se está construyendo, evitando cualquier contradicción.

En resumen, ¿crees que es posible que hayan tenido estos vínculos con el narco, pero que no se comprobaron?

Creo que todos los candidatos presidenciales que participaron desde las elecciones del 2013 —y posiblemente de 2005 a la fecha— han recibido, de manera directa o indirecta, financiamiento del narcotráfico. Todos, porque el país funciona con financiamiento de narcotráfico en campañas políticas. No creo que eso los convierta en narcotraficantes. No creo que Juan Orlando Hernández haya sido traficante.

No sé de Tony. Creo que es otro caso y que nomás es pendejo: le gustaba ligarse con narcotraficantes, llevarse en ese ambiente. Pecó de soberbio y su propio testimonio es lo que lo terminó arrastrando. Pero si escuchás lo que él está diciendo en el contexto de Honduras, tiene sentido. “¿Usted conoce a tal?” “Sí, los conozco” —son del mismo lugar, ¿no?— “nos vimos en El Palenque”. “¿Y te regaló un caballo?” “Sí, me lo regaló el caballo”. Ese tipo de cosas ocurren dentro del país y eso fue suficiente para condenarlo.

Creo que el caso de Carlos Zelaya tiene mucha más historia de fondo que el de Tony, pero tampoco he visto pruebas que me confirmen que los Zelaya sean narcotraficantes, o que tengan un vínculo más allá de esa relación política que mantienen todos los caudillos de provincia con algún grupo criminal que controla esa provincia.

¿A la sociedad hondureña le importa que algunos líderes de los tres partidos hayan sido acusados de tener relaciones con el crimen organizado?

Creo que cuando se vuelve muy evidente es molesto. A la gente no le gusta votar por delincuentes, pero rechazan más al político que es soberbio o agresivo con la comunidad. Debería importarle, pero esta es la forma en que se ha gobernado este país siempre. No conocemos otra forma. Hemos probado pastores, hemos probado todo tipo de credo y resulta que todos son iguales. La idea de que la política se corrige con buenas intenciones y con una moral limpia es falsa. No podemos corregir esto; requiere instituciones más sólidas. Como las candidaturas llegan ya manchadas con el interés del crimen organizado, no hay interés para limpiar las instituciones. Pero que a la gente le importe eso, no. Porque no lo entiende. La necesidad de democracia no llega a las comunidades. Llega el activismo político, llega la bandera, llega el militante. Pero la gente común no incorpora eso en su vida diaria.

El periodista y escritor hondureño Óscar Estrada. Foto cortesía de Leonel Estrada.

Los casos de la era JOH se enfocan en Los Cachiros. Relatan su control, su influencia, sus contactos. ¿Hoy quiénes son los actores principales del narco en Honduras?

Los mismos. No ha cambiado. En ningún lugar. Los Cachiros, los Valle, los Ardón, los Pinto. Se movieron casos que sacudieron políticamente, pero tienen las mismas mañas. Incluso ya hay algunos de ellos que están retornando a tomar control otra vez de sus estructuras con toda la impunidad, con toda la experiencia, con el nombre limpio. Dentro de unos cinco años lo volveremos a ver otra vez en las cortes. No ha cambiado nada.