Policía confesó 97 homicidios y dijo que alcalde de San Luis Talpa le pagaba por matar

<p>El agente pertenecía a un grupo de exterminio en la PNC. Entre sus víctimas están un sacerdote, empresarios y supuestos pandilleros. Dijo que el alcalde Salvador Menéndez pagó por al menos 36 asesinatos. Otros tres policías han sido condenados. El alcalde, hoy de La Paz Oeste, confirma que nunca ha sido citado por ninguna autoridad.</p>

Bryan Avelar

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Aquella tarde de finales de febrero de 2016, el alcalde, ansioso por captar la atención de los medios, convocó a su despacho a un grupo de policías de su confianza. Les habló sin rodeos. Quería titulares, quería que se hablara de su municipio. Y, para lograrlo, les dio una orden: debían encontrar a unos pandilleros, decapitarlos y dejar sus cabezas en la entrada del pueblo. Para ese entonces, el alcalde ya conocía a esos policías, no era la primera vez que les ordenaba matar, al menos según el testimonio de uno de ellos.

“El patrón había pedido que se realizara una escena que fuera relevante y llamara la atención de los medios de comunicación y había pedido que se dejaran unas cabezas en la entrada del municipio de San Luis Talpa”. Así lo relató, años después frente a un tribunal, uno de los agentes que asegura haber recibido aquel encargo. Ese policía se convirtió en testigo protegido de la Fiscalía, que lo nombró como Horus.

Cuando Horus habla del “patrón”, se refiere a Salvador Menéndez, alcalde de San Luis Talpa desde 2012 por el partido GANA. Menéndez ha sido reelecto cuatro veces desde 2012 y actualmente es director departamental de La Paz de su partido. Desde 2014 presume públicamente su cercanía con Nayib Bukele, quien también le ha expresado apoyo en público en varias ocasiones. Y también es un hombre con suerte: aunque fue mencionado más de 140 veces en un juicio contra un grupo de exterminio a finales de 2022, acusado de ordenar, financiar y pagar recompensas por 36 asesinatos cometidos entre 2015 y 2018, sobre él no pesa ninguna orden de captura.

En diciembre de 2018, el alcalde Menéndez publicó una foto en su cuenta de Facebook junto al entonces candidato a la Presidencia, Nayib Bukele, expresándole su apoyo. “Vamos a cambiar el rumbo del país donde todos vivamos seguros”, escribió Menéndez al pie de la foto.

Este martes 28 de octubre a las 4 de la tarde, el alcalde Menéndez llamó al reportero encargado de esta investigación luego de que este le dejara mensajes con su secretaria de la municipalidad. En la llamada, el alcalde dijo conocer las declaraciones del testigo criteriado con nombre clave Horus, pero aseguró que nunca ha sido contactado por ninguna autoridad de manera oficial.

Horus es un exagente de la Policía Nacional Civil (PNC) que estuvo destacado en diferentes delegaciones del centro y oriente del país. Aunque su nombre fue puesto bajo reserva total en las investigaciones fiscales, El Faro ha logrado identificarlo. Conoce su nombre, su rostro, su número de identificación policial, así como su historial laboral y delictivo desde 2011 hasta la fecha. 

Horus fue capturado el 13 de agosto de 2020 junto a tres de sus compañeros policías del grupo de exterminio que operó desde 2015 en San Luis Talpa y sus alrededores. Los otros agentes capturados fueron José Ricardo Campos, Carlos David Coreas Márquez y José Amílcar Guidos.

Los cuatro agentes fueron detenidos por la desaparición y asesinato el 30 de julio de 2017 de los jóvenes Andrés Alexánder Guardado Ascencio, de 18 años, y Kevin Alexander R., de 17, mientras se bajaban de un autobús. Según la confesión de Horus, en ese caso un informante que se encontraba en el parque de Rosario de la Paz señaló a los dos jóvenes como extorsionistas. Los policías los siguieron cuando subieron a un autobús de la ruta 133, hasta que se bajaron en un lugar conocido como “La Flecha”, para atacarlos sin testigos. Los agentes esposaron a los jóvenes y los llevaron a un cañal en el cantón La Zambombera de San Luis Talpa donde los acostaron boca abajo.

Horus describe el asesinato así: “les quitan los teléfonos a cada uno de ellos y (un agente de indicativo Chanta) lo agarra, poniéndole una pita de hilo nailon alrededor del cuello, con dos palitos amarrados al extremo. Luego apretó ambos extremos hasta que asfixió al joven, poniéndole la rodilla en la nuca para generar más presión hasta que el joven dejó de moverse y murió”. Al otro joven lo mataron de un disparo en la espalda.

Tras la captura del grupo de exterminio, Horus decidió colaborar con la Fiscalía y confesó 75 casos, con un total de 97 víctimas asesinadas. En 23 de esos casos, el testigo mencionó al alcalde Menéndez como financista o autor intelectual del asesinato de 36 personas, al menos tres de ellas sin vínculos claros con pandillas. El testimonio de Horus fue considerado creíble para la Fiscalía y se convirtió en una de sus principales pruebas con las que logró que el Tribunal Primero de Sentencia de Zacatecoluca condenara en diciembre de 2022 a sus tres compañeros a penas de hasta 180 años por los delitos de desaparición forzada y homicidio agravado.

El Faro tiene copia de la resolución emitida por el Tribunal de Sentencia de Zacatecoluca el 17 de abril de 2023 para separar a Horus de la sentencia en la que lo califica como “sustancia para fundamentar toda la acusación”, lo que indica que su relato fue también creíble para los tres jueces que condenaron a los policías.

La cadena del relato, sin embargo, se rompe: Si bien el Tribunal dio por cierta la confesión de Horus en lo relacionado a los hechos cometidos por sus compañeros, no se tomó en cuenta al alcalde como autor intelectual de 36 homicidios ni a los otros altos mandos de la Policía señalados por el testigo. Han pasado casi tres años desde la resolución y la Fiscalía tampoco ha girado orden de detención contra el alcalde.

El Faro tuvo acceso a la confesión completa del testigo gracias a una filtración masiva de correos electrónicos de la PNC conocida como Guacamaya Leaks. Este medio realizó cientos de búsquedas en la base de más de dos millones de correos electrónicos usando palabras clave como el nombre real y nombre clave del testigo, el nombre de cada uno de los compañeros de Horus, el nombre del alcalde, el número de referencia fiscal del caso y el nombre de los fiscales asignados a este y no pudo determinar por qué el alcalde no ha sido acusado. También se intentó obtener una versión de la Fiscalía, la Policía y de la Corte Suprema de Justicia, pero al cierre de esta investigación no hubo respuesta.

Consultado por El Faro, Fernando Meneses, quien dijo ser el defensor de los agentes condenados, dijo recordar que, tras la sentencia, en diciembre de 2022, solo uno de ellos había quedado detenido. Luego dijo que iba a revisar el documento oficial para dar más detalles. El miércoles 29 de octubre, el periodista encargado de esta investigación volvió a llamar al abogado, pero ya no contestó.

El Faro tuvo acceso a la confesión completa de Horus que consta de 220 páginas. En ella, el testigo menciona en 141 ocasiones al alcalde: “Salvador Menéndez”, “señor alcalde Salvador Menéndez”, “Papá Chamba” o “Patrón”. A decir de Horus, durante al menos cuatro años el alcalde Menéndez pagó por decenas de homicidios y operó como uno de los líderes del grupo. También le atribuye facilitar armas ilegales o alquiler de vehículos con fondos de la municipalidad para cometer los delitos. Esta información se obtuvo gracias a que  el 14 de julio de 2021, la fiscal de Crimen Organizado Mirian Lorraine Alvarado Cerrato envió un correo electrónico al analista Jesús Alejandro Sandoval Hernández, de la División Especializada contra el Crimen Organizado (DECO), de la PNC, en el que compartió la confesión completa y algunos detalles del caso. 

Durante los años en que operó el grupo de exterminio Halcón 32, la Policía ejecutaba un plan llamado “Casa Segura”, que consistía en irrumpir en distintas comunidades en busca de pandilleros. Foto de El Faro: Edu Ponces.

Tras la captura y audiencia inicial contra Horus y los otros tres agentes en agosto de 2020, el Juzgado Especializado de Instrucción “C” de San Salvador decretó reserva total sobre el caso y desde entonces no se supo nada hasta la condena en diciembre de 2022, cuando la Fiscalía publicó un boletín con información muy escueta de los condenados y sin mencionar que se trataba de agentes policiales.

Además de la confesión completa de Horus,  El Faro ha obtenido otros 18 documentos, entre actas, informes de inteligencia, memos fiscales y judiciales, órdenes de traslado del testigo y correos electrónicos intercambiados entre investigadores de la Policía y la Fiscalía que se dedicaron al caso. El Faro además consultó con tres fuentes de la PNC que conocen del caso, quienes confirmaron tanto la existencia del grupo como el papel de Horus dentro de sus operaciones.

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Menéndez empezó su carrera política como alcalde de San Luis Talpa en 2012 y se ha mantenido en el cargo siendo electo cinco veces. La última reelección de Menéndez fue en 2024 y desde entonces es uno de los pocos alcaldes que sobrevivieron a la reconfiguración electoral impuesta por el bukelismo en 2023, que redujo el número de alcaldías de 262 a 44. 

Menéndez es ahora alcalde de La Paz Oeste, compuesta por siete distritos, entre ellos San Luis Talpa. Y aunque gobierna bajo la bandera de GANA, el partido que llevó a Bukele a la presidencia en 2019, ha dejado claro que es un un aliado de Bukele. “Él es mi amigo y yo soy su aliado”, ha dicho el alcalde en reiteradas entrevistas televisivas. Días después de ganar su última reelección dijo en una entrevista televisiva que estaba seguro de que Bukele, su amigo, no lo dejaría solo. Bukele ha tenido varios elogios públicos para el alcalde. 

La investigación fiscal que incluyó seguimiento e intervenciones telefónicas a los involucrados se realizó entre 2018 y 2020, y el caso llegó a los tribunales en agosto de 2020, bajo la Fiscalía de Raúl Melara, quien investigaba casos de corrupción en el Gobierno de Bukele. La sentencia fue dictada hasta diciembre de 2022, cuando Bukele ya estaba en el poder y había hecho dos movimientos políticos que transformaron el panorama judicial en El Salvador: la purga de jueces, que ocurrió en agosto de 2021, y terminó poniendo en los juzgados de mayor impacto a funcionarios fieles al proyecto de Bukele; y la sustitución ilegal del fiscal general Raúl Melara, para imponer a Rodolfo Delgado el 1 de mayo de 2021. Delgado ha sido un fiel aliado de Bukele y se ha encargado de enterrar varios casos de corrupción y pactos con pandillas de su Gobierno y sus aliados. 

Según el relato de Horus, luego de recibir la orden del alcalde, él y su grupo decapitaron a los pandilleros de la MS-13 conocidos con los alias de Blazer y Burro, ambos de 20 años de edad, y dejaron sus cabezas bajo la sombra de una ceiba en el cantón Telcualuya, a tres kilómetros del centro de San Luis Talpa. La escena estuvo en todos los noticieros. Uno de ellos fue 4 Visión, el más visto de El Salvador. En la nota se ven las siluetas de las dos cabezas al pie del árbol.

Dos días después de aquel hecho, según Horus, él y otro agente de indicativo “Rocke”, también parte del grupo de exterminio, fueron llamados a la Alcaldía de San Luis Talpa. Menéndez los recibió con una sonrisa: “Los felicito, hijos. Excelente trabajo. Eso era lo que quería”, dijo Horus citando al alcalde.

Según Horus, el alcalde encargaba los homicidios con una intención peculiar: posicionar a su municipio como uno de los más violentos y así obtener más recursos del FODES (Fondo para el Desarrollo Local de los Municipios), el fondo que el Gobierno central entregaba a las alcaldías hasta octubre de 2021. 

“La mayoría de homicidios que se cometieron y cancelaba (pagaba) el Alcalde SALVADOR MENÉNDEZ se realizaban para que a la Alcaldía les aumentaran el FODES y así poder tener más dinero, desconoce el dicente si el pago era de dinero de la Alcaldía o personal del alcalde, quien es propietario del Hotel Estero y Mar ubicado en la Zunganera de San Luis Talpa, departamento de La Paz”, dice el documento fiscal con la confesión. El Faro revisó las asignaciones presupuestarias del FODES a la Alcaldía de San Luis Talpa entre 2012 y 2020 y no notó un incremento significativo. 

Además del alcalde Menéndez, Horus señala a una docena de agentes más involucrados en el grupo de exterminio, entre ellos a dos altos mandos. Uno es el inspector jefe Henry Barahona, entonces jefe del Plan Zafra en La Paz, un plan dirigido a garantizar seguridad en los ingenios de caña de la zona; y al subinspector jefe José Hernán Peña Morales, entonces jefe del Departamento de Investigaciones de San Vicente. Estos dos jefes policiales también fueron señalados en 2016 en otra investigación de la Fiscalía contra grupos de exterminio. El abogado Meneses, quien también representó a estos altos mandos policiales señalados de pertenecer a diferentes grupos de exterminio, aseguró que ambos fueron sobreseídos y se encuentran viviendo fuera del país.

Según Horus, el grupo de exterminio no solo operaba bajo las directrices del alcalde. Algunos homicidios o torturas fueron cometidas por el grupo a petición de ganaderos o empresarios de la caña en el sector. Y no solamente se encargaban de matar pandilleros. En dos ocasiones distintas intentaron matar al fiscal que los perseguía y a un investigador de la Policía. Además, dijo Horus, en agosto de 2020 asesinaron a sueldo al sacerdote Ricardo Antonio Cortez, rector del seminario San Óscar Arnulfo Romero, de Santiago de María, en Usulután, mientras se conducía hacia el seminario. Este asesinato, según el testigo, fue realizado en coordinación con el grupo de exterminio de San Vicente a petición de un narcotraficante de la zona conocido como “Chepón”.

En 2012, la Policía salvadoreña creó una unidad especializada denominada “Antipandillas”. Fue disuelta en 2016 cuando, según su entonces director, Howard Cotto, toda la corporación policial pasó a funcionar como fuerza antipandillas.

En la llamada con el alcalde realizada el 28 de octubre, aseguró que los señalamientos de Horus son “una locura” de “un criteriado que se quiere hacer el interesante”.

-Hola, señor alcalde. Mi nombre es Bryan Avelar, soy periodista y estoy haciendo una investigación para el periódico El Faro acerca de un caso en el que un expolicía lo señala a usted de financiar un grupo de exterminio.

-Sí, sí, sí.

-Entonces, quiero saber, primero, si usted ha sido notificado por alguna autoridad al respecto de esta situación.

-Fíjese que de eso yo no sé nada. Sencillamente sé del caso, de que a ellos los agarraron en otro lado, ni siquiera en San Luis Talpa, eran personas que se conocían en San Luis. Yo, como alcalde municipal, le ayudo a todas las instituciones del Estado, ¿me entiende? Cuando la Policía, escuelas, salud pública necesitan un tipo de ayuda y yo tenía la posibilidad… pues, o sea, yo…incluso les sigo ayudando hasta la fecha. Renovamos el puesto policial, la energía eléctrica, dando mantenimiento a los vehículos, un montón de cosas que cuando se puede… en aquel tiempo estaban bien complicados… tengo entendido que ellos andaban haciendo cosas que ya no eran permitidas y a la hora que tienen que involucrar a alguien para que el criteriado sea… cómo le podría decir, necesario, verdad. Pero yo no he tenido ningún problema.

-Entiendo. Entonces, ¿usted lo que me dice es que usted les daba dinero con el fin de ayudar a la Policía?

-No, no, no. Yo no he dicho que les doy dinero.

-¿Entonces a quién le ayudaba?

-A todos. Yo no dije a nadie en específico. Yo ayudé, he ayudado y sigo ayudando. Pero yo no les di a ellos. 

-¿Y esa ayuda se las da en efectivo o cómo?

-En cheques… o como sea. O se compra el producto. ¿Me entiende?

-Porque el testigo criteriado menciona que usted les daba dinero en efectivo. 

-Yo no les daba dinero. Definitivamente ese es un criteriado que se quiere hacer interesante vinculando al alcalde de aquel tiempo del municipio, pero eso no viene al caso.

-¿Por qué cree usted que el testigo criteriado lo ha señalado de financiar un grupo de exterminio?

-Posiblemente porque yo soy muy conocido y es gente que quiere molestar por cualquier cosa y se agarran de algo para hacerse más creíble.

-Este criteriado al parecer es bastante creíble porque la Fiscalía logró condenar a tres compañeros de él hasta por 180 años gracias a su relato. Es decir que parece ser que lo que el testigo dice tiene sustento.

-Ahí ya no es cosa mía, es cosa de las autoridades porque yo le hablo de lo que yo sé, je, je, je.

-¿Y usted conoce personalmente a esos policías?

-Pues yo no sé de quién me está hablando porque hay tantos que se han llevado que han pasado muchas cosas. Yo oí en las noticias, pero a eso ya no se le toma importancia.

-¿Usted ha sido notificado por la Fiscalía o la Policía o por alguna autoridad por este caso y lo que dice el testigo?

-No, no, nunca. No tiene ninguna validez lo que el testigo criteriado diga. 

-¿Y usted cómo se enteró de lo que dice el testigo?

-En este tiempo todo se sabe, pero no solo de él, sino de un montón de gente. Antes se le ponía mucha atención a eso, ahora que todos esos malacates están guardados, je, je, je, ya no hay problema. ¿Me entiende?

-El testigo lo menciona y lo señala a usted de haber ordenado y financiado 36 homicidios.

¡No, no, no! ¿Cómo va a creer que va a suceder eso? Eso es imposible. Eso es una locura. Está fuera de criterio el testigo criteriado, je, je, je. Ahí sí yo no siento problema por eso.

Poco después de eso, el alcalde diría que tenía que colgar. 

Mil dólares por cabeza en sobres “con el logo de la Alcaldía”

Según el relato de Horus, su grupo de exterminio comenzó a operar a principios de 2015. En ese entonces, ese tipo de organizaciones se extendían sobre El Salvador como una infección. Surgieron del agotamiento de los policías, atrapados en una guerra entre el Estado y las pandillas que parecía no tener fin, y del respaldo de las autoridades del más alto nivel, como el entonces vicepresidente Óscar Ortiz, quien llegó a decir a públicamente a los policías que hicieran “uso de su arma de fuego” contra los pandilleros “sin ningún temor de sufrir consecuencias”, Ese año, tras la ruptura de la tregua entre el Gobierno del FMLN y las pandillas, y la devolución de los líderes criminales a cárceles de máxima seguridad, fue el más violento de toda la posguerra, con 106 homicidios por cada 100,000 habitantes. Los pandilleros asesinaron a más de 90 policías y 60 soldados, la mayoría mientras estaban en descanso, y los cuerpos de seguridad respondieron con ejecuciones extrajudiciales que presentaban como enfrentamientos con criminales.

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El grupo de Horus estaba conformado por cuatro agentes del nivel básico de la PNC destacados en el puesto policial de San Luis Talpa, a quienes identifica con los indicativos de Rocke, Vegueta, Chiquita y él. El testigo se refiere a su grupo como “Halcón 32”, al parecer, en referencia al número de equipo policial asignado.

Esta célula no operaba bajo órdenes exclusivas del alcalde, sino en coordinación con el jefe del puesto policial de San Luis Talpa y el jefe policial de la Delegación departamental de San Vicente. Es decir que, según Horus, operaban dirigidos por dos altos mandos de la corporación. En algunos casos, según el testigo y documentos de Inteligencia Policial en poder de este medio, la coordinación se extendía más allá de su zona asignada y ayudaban a otros grupos de exterminio en los departamentos de Ahuachapán, Usulután y San Miguel.

En su confesión, Horus narra con detalle 75 casos en los que mataron, torturaron y desaparecieron a un total de 97 de víctimas. El modus operandi descrito por el testigo en todos los casos es el mismo: identificaban a sus víctimas, llegaban a su ubicación fingiendo un operativo policial y las ejecutaban, para luego cobrar su recompensa pagada por el alcalde, empresarios locales y azucareros de la zona. En algunos casos, Horus también asegura que recibieron pagos de parte de un narcotraficante local a quien únicamente identifica como “Chepón”, quien supuestamente tenía vínculos con un cartel de la droga del cual no da más detalles.

Sobre los pagos del alcalde por los 36 asesinatos, Horus asegura que en algunos casos el edil señalaba directamente a las víctimas con nombre, alias e incluso ubicación. En otros casos, ellos seleccionaban al pandillero, lo mataban y después llegaban a cobrar su recompensa al edil. 

Los policías abordaban a las víctimas usando sus uniformes, armas de equipo y patrulla. Fingían un operativo policial y las trasladaban a zonas despobladas, como cañales -abundantes en la zona- para matarlos, a veces con sus armas de uso oficial, a veces con armas ilegales o incluso machetes.

El primero de los 75 delitos descritos por el testigo en su confesión fue un asesinato por el que, según él, el alcalde les pagó 1,000 dólares. Este hecho ocurrió el 16 de marzo de 2015 en un rancho de la playa El Pimental, jurisdicción de San Luis Talpa.

Según el testigo, ese día Halcón 32 recibió de parte de un informante detalles sobre la ubicación exacta de un pandillero de la MS-13 conocido con el alias de “Playa”. El informante aseguró que Playa se movía de madrugada por un rancho abandonado. Cuenta el testigo que, días antes, el inspector Barahona, jefe del Plan Zafra en aquel momento, les había pedido explícitamente “matar a pandilleros simulando un intercambio de disparos y hacer ver el trabajo que hacía el Plan Zafra en la zona para ganar simpatía con los azucareros, quienes les mandaban un sobresueldo por el buen trabajo”.

El equipo Halcón 32 llegó a eso de las tres de la madrugada del 16 de marzo, completamente uniformado, portando armas de equipo y en una patrulla policial, al rancho donde sabían que dormía el pandillero. Entraron sin hacer ruido y pronto vieron a su víctima. “Por lo que toman puestos para atacar a la víctima usando una técnica de distancia, cubriendo un perímetro de veinte metros, lugar donde el sujeto se podía correr, por lo que al llegar la víctima donde se encontraban ubicados lo encañonan. Cuando lo tienen en medio y le dicen ‘alto policía no te vayas a correr’, a lo que la víctima levanta las manos y se arrodilla”, narra la confesión escrita en un acta fiscal. 

Como en la mayoría de los casos confesados por Horus, luego de someter a su víctima, los agentes la esposaron y le dispararon a una distancia de aproximadamente cinco metros. Posteriormente alteraron la escena para hacerla parecer un enfrentamiento. “Luego el dicente recoge varios casquillos que estaban visibles dejando solamente los necesarios para hacer ver que había sido intercambio de disparos y Vegueta le quita las esposas”, dice el documento.

Este caso y otros nueve de los 23 en los que el testigo señala al alcalde, han sido corroborados por El Faro a través de notas periodísticas publicadas por medios locales, que confirman que esas personas murieron en esas fechas.  Una nota de La Prensa Gráfica publicada el 17 de marzo de ese año, con el titular “El anterior fue el fin de semana más violento del año”, consigna el homicidio de Playa en una línea a pie de foto: “Un pandillero murió en este rancho privado en la playa El Pimental tras enfrentarse a miembros de la PNC que atendían una denuncia sobre pandilleros reunidos ahí”, dice el texto.

Según Horus, a veces no era necesario que el alcalde les señalara a la víctima: ellos mataban y el alcalde recompensaba. Por ejemplo, la misma noche en que dejaron las dos cabezas en la entrada del municipio, en marzo de 2016, el equipo mató a otros dos hombres, padre e hijo, señalados de ser pandilleros, sacándolos de sus casas y dejándolos en la entrada de un cañal, a unos tres kilómetros de donde dejaron las cabezas. Esos dos cuerpos también fueron consignados en la noticia publicada por 4 Visión al día siguiente. Según la nota, las víctimas fueron identificadas como José María Aguilar, de 55 años, y José Antonio Aguilar, de 30. 

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La narración de Horus es tan detallada que relata cómo uno de los agentes le subió la camisa hasta la cabeza al menor de los Aguilar antes de dispararle. Lo dejó sin poder ver, esposado e hincado mientras le disparaba. En la noticia de 4 Visión, un agente que custodiaba la escena describe lo mismo: “Hay uno que tiene la cabeza cubierta, la camiseta como que se la quitaron y se la dejaron tapándole la cabeza”.

Según Horus, luego de dejar las cabezas, los uniformados se encontraron un grafitti de la MS-13. Uno de ellos tomó un spray rojo que portaban en la patrulla, lo tachó y añadió un mensaje: “Poco tiempo les queda mierdas”. La imagen del grafitti con el mensaje también aparece en la nota publicada por 4 visión.

Según el relato de Horus, el pago de parte del alcalde siempre fue posterior a los asesinatos y siempre fue una tarifa de $1,000 por cada ejecución. De acuerdo con el testigo, el dinero era entregado por el alcalde en sobres blancos con el logo de la Alcaldía Municipal de San Luis Talpa, a veces en su oficina municipal o a veces en la oficina del Hotel Estero y Mar. En la mayoría de casos, Horus asegura que fue él mismo a recibir el pago de manos de Menéndez. Al hacer la sumatoria de los pagos contados por el testigo, el alcalde habría entregado un total de $27,500 dólares al grupo de exterminio por el homicidio de 36 personas ejecutadas entre 2015 y 2018.

En todos los casos en los que el testigo fue en persona a recibir el dinero describe el evento de manera similar: “Estando en la Alcaldía fueron atendidos en la puerta por el seguridad del alcalde quien los encamina a la oficina del alcalde SALVADOR MENÉNDEZ, al ingresar el dicente observa que está en el escritorio SALVADOR MENÉNDEZ, quien les dice que se sienten a los cuatro, por lo que ROCKE y el dicente se sientan en los dos sillas frente al escritorio, mientras que VEGUETA y BELTRÁN se sientan en unos sillones que están al fondo de la oficina”. 

En todos los casos en los que el alcalde entregó el dinero personalmente, el testigo describe que lo veía manejar grandes cantidades de efectivo sin conocer si se trataba de dinero público o del alcalde. “Luego el alcalde SALVADOR MENÉNDEZ abre una de las gavetas del escritorio y sacó un fajo de dinero y les entregó doscientos dólares de los Estados Unidos de América a cada uno, siendo un total de ochocientos dólares, y luego le dio doscientos dólares a ROCKE y le dijo que solo de veinte dólares tenía, que los repartiera después para que todos tengan doscientos cincuenta dólares”, dice el documento fiscal.

El rancho de playa Estero y Mar es un punto turístico muy conocido en El Salvador, famoso por sus hermosas vistas y atardeceres. Aunque este periódico no ha podido corroborar documentalmente que es propiedad del alcalde, el testigo Horus lo da por hecho a lo largo de su relato. Este martes 28 de octubre, El Faro llamó al hotel. La secretaria, identificada como Esmeralda Valencia, afirmó que podía recibir mensajes para el alcalde aunque él “casi no pasa en el hotel” y aseguró que el lugar es de su propiedad.

Horus también señala al alcalde de proveer al grupo de exterminio vehículos y armas ilegales para matar. Por ejemplo, en el caso identificado por la Fiscalía como “Caso Tomate”, ocurrido a principios de enero de 2016 por el asesinato de dos presuntos pandilleros de la MS-13, el grupo Halcón 32 se movilizó en un vehículo sedán color naranja alquilado. Tras los homicidios, Horus asegura que recibieron 1,000 dólares en un sobre blanco con el logo de la Alcaldía de San Luis Talpa y que su compañero Rocke le dijo que el alquiler del vehículo lo pagaría la municipalidad. 

En el caso identificado por la Fiscalía como “Caso Huevitos”, ocurrido a finales de septiembre de 2016, Horus relata que tras el homicidio de dos supuestos pandilleros de la MS-13 al interior de un cañal cerca del lugar conocido como Campamento San Luis Talpa, los agentes de Halcón 32 montaron una escena para que pareciera un enfrentamiento. Los agentes pusieron dos escopetas, una al lado de cada pandillero muerto. Según Horus, en el momento en que otros agentes estaban procesando la escena “el dicente escuchó cuando (un agente de indicativo Pirata) hizo una llamada al alcalde, y les dice a los del Halcón 32 que Papá CHAMBA, refiriéndose a SALVADOR MENÉNDEZ, les mandaba a decir que era un excelente trabajo y que dijo que esas escopetas eran las últimas que tenía donde el peludo”.

En tres de los 23 casos, el testigo narra cómo el alcalde les encomendó atentar contra sus objetivos por razones ajenas al pretendido incremento del FODES. 

En los casos  identificados por la Fiscalía como “Caso Miradores” y  “Quema de Casa”, Horus asegura que el alcalde mandó a quemar dos casas que estaban al lado de su Hotel Estero y Mar porque supuestamente quería construir unos miradores en esa zona y los habitantes, entre ellas una dirigente del partido FMLN, no querían abandonar sus terrenos a pesar de haber sido advertidos por la municipalidad. En ambos casos, los policías, vistiendo uniformes y armas de equipo, rociaron gasolina alrededor de las casas todavía con adultos y niños dentro y amenazaron a sus habitantes para que se fueran. En otro caso nombrado “Caso Patota”, el testigo asegura que el edil mandó a matar a un pandillero de ese alias “porque mucho andaba el PATOTAS molestando la playa donde tiene el Hotel y que pagaba mil dólares para hacer la misión”.

De los 23 casos relatados por Horus en los que implica al alcalde como autor intelectual o financiador, en 13 hubo una víctima, en nueve murieron dos personas y en uno se registraron cinco víctimas.

Aunque en la mayoría de los casos los homicidios ocurrían dentro de San Luis Talpa, este último caso, en el que cinco personas fueron asesinadas, ocurrió en el cantón Valle Nuevo, en el vecino municipio de Olocuilta. En ese caso, según Horus, el alcalde también les entregó su recompensa, pero les reclamó por haberlo hecho fuera de su jurisdicción. “Ese mismo día, a eso de las cinco de la tarde aproximadamente, llega PIRATA en el patrulla a la casa de descanso de Amatecampo y le entrega a ROCKE mil dólares de los Estados Unidos de América, los cuales eran un incentivo por lo que habían hecho, por parte del Alcalde SALVADOR MENÉNDEZ, pero que mandaba a decir que para la próxima los dejaran en San Luis Talpa porque en Olocuilta no le sirve de nada para el control de la alcaldía”, dice el documento de la confesión.

La primera parte de la masacre ocurrió en el cantón Valle Nuevo y está identificada en la confesión del testigo como “Caso Valle Nuevo”. Según el relato de Horus, la operación comenzó la noche del 31 de diciembre cerca de la medianoche, luego de que recibieron la información de un grupo de pandilleros que se encontraban reunidos tomando bebidas alcohólicas en una casa. El equipo Halcón 32 se preparó y salió rumbo al lugar. Al encontrarse con un grupo de supuestos pandilleros reunidos, los agentes les dispararon con sus fusiles, lesionaron a cuatro de ellos y los remataron cuando ya estaban en el suelo. Al revisar la zona, los agentes se dieron cuenta de que un quinto pandillero estaba escondido debajo de un taxi y también lo asesinaron. 

Al terminar de montar la escena para que pareciera un enfrentamiento, los agentes se enteraron de que dos jóvenes más estaban escondidos en una casa cercana y los identificaron como pandilleros. Los sacaron y los llevaron a un lugar conocido como El Basurero de Olocuilta, donde les dispararon, pensando que los habían matado, pero uno de ellos sobrevivió y fue trasladado al hospital de Ahuachapán. Aunque también son mencionados en el “Caso Valle Nuevo”, la Fiscalía separó el caso de los dos jóvenes a quienes Halcón 32 sacó de la casa y llevó hasta el basurero. Ese caso es identificado como “Caso Valle Nuevo Dos”. 

Según el testigo, tras aquél quíntuple asesinato y el asesinato posterior también recibieron su recompensa. “Expresa el dicente que el día uno de enero del dos mil dieciséis realizaron un quíntuple homicidio en Cantón Valle Nuevo, jurisdicción de Olocuilta, departamento de La Paz, en el cual simularon un intercambio de disparos para salir impune del quíntuple homicidio y por dicho hecho el alcalde don SALVADOR MENÉNDEZ les pagó mil dólares en calidad de incentivo”, dice el documento de la confesión.

La masacre fue reportada por varios medios nacionales, entre ellos La Prensa Gráfica, que tituló “Primer día del año con una masacre y un enfrentamiento”, donde consignaba la versión de las autoridades: los primeros cinco habían sido asesinados por un grupo desconocido y uno más en un enfrentamiento entre pandilleros y policías en el Basurero de Olocuilta.

Un fiscal y un sacerdote

El último caso que el testigo Horus señala como encargo del alcalde ocurrió en enero de 2018 y a partir de entonces su relato menciona a otros actores como instigadores o financistas, e incluso algunos asesinatos cometidos por iniciativa propia.

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Desde mediados de 2016, casi un año después de que El Faro publicara una larga investigación demostrando que la Policía masacró a ocho personas, entre ellas uno que ni siquiera era pandillero, en la finca San Blas, la Fiscalía, entonces dirigida por Douglas Menéndez, inició una serie de enjuiciamientos contra grupos de exterminio en el oriente del país. La mayoría de esas investigaciones terminó en condenas pírricas para un grupo reducido de policías de bajo nivel o en la impunidad.

En marzo de 2018, en el juzgado de San Pedro Masahuat, un municipio vecino de San Luis Talpa, el juez realizó una audiencia preliminar en contra de varios policías señalados de pertenecer a un grupo de exterminio, entre ellos Horus. Según el relato del testigo, en ese momento, los miembros del grupo planificaron el homicidio del fiscal que los había señalado por un cuádruple homicidio y nombrado posteriormente por él mismo como “Caso Miraflores”. Ese caso en particular no tenía nada que ver con el alcalde, según el testigo. 

La mañana de la audiencia, narra el testigo, sus compañeros y otros miembros del círculo ampliado del grupo de exterminio se reunieron para elaborar un plan: “En ese momento ROCKE manifestó “que este maistro mucho chinga”, refiriéndose al fiscal que llevaba ese caso, y siguió manifestando que dicho fiscal era muy bueno y que estaba el temor de que quedaran detenidos o incluso ser condenados, y le dijeron al dicente que se había tomado entre los presentes la decisión de matarlo”.

A la audiencia llegaron dos personalidades políticamente relevantes de El Salvador a mostrar su apoyo a los policías: Marvin Reyes, presidente del Movimiento de los Trabajadores de la Policía, y Osiris Luna, para entonces diputado por el partido Gana y actualmente director de Centros Penales y viceministro de Seguridad y Justicia del Gobierno de Nayib Bukele. 

Según el testigo, tras la audiencia preliminar, todos los señalados fueron dejados en libertad, por lo que acordaron perdonarle la vida al fiscal. Aunque algunos miembros insistían en matarlo.

Uno de los últimos casos más emblemáticos señalados por Horus es el asesinato del sacerdote Ricardo Antonio Cortez, rector del seminario San Óscar Arnulfo Romero, de Santiago de María, en Usulután, y párroco de San Francisco Chinameca, en La Paz. El asesinato ocurrió el 7 de agosto de 2020.

Para el asesinato del sacerdote, según Horus, la célula de exterminio Halcón 32 no actuó sola. Se coordinó con otro equipo policial de San Vicente y otro coordinado por el inspector Peña Morales. Según el testigo, se hicieron cuatro reuniones previas y la última para cobrar el pago por la ejecución. Este homicidio, a decir de Horus, fue encargado por un narcotraficante de la zona conocido como “Chepón”, quien antes les había encargado otros homicidios. 

El sacerdote Ricardo Antonio Cortez fue asesinado el 7 de agosto de 2020 por policías del grupo de exterminio Halcón 32, en coordinación con agentes de la delegación de San Vicente, según el testigo clave Horus.

En una de las reuniones previas, Horus dice que el inspector Peña Morales les aseguró que la víctima era un ganadero de la zona llamado Bravo, a quien Chepón quería eliminar. De acuerdo con el testigo, Chepón y Peña Morales explicaron que pretendían poner una venta de repuestos para vehículos y que para financiarlo debían ejecutar a esa persona, para cobrar una recompensa de 10,000 dólares. En los días siguientes, Halcón 32 se alió con la célula de San Vicente, supuestamente liderada por Peña Morales, en la que participaban los agentes de indicativos Comando Rosario, Chilo y Campos. Y planificaron poner un retén para detener a la víctima y esperar indicaciones de Peña Morales y Chepón.

El 7 de agosto, aproximadamente sobre el kilómetro 80 de la Carretera Litoral, que de Zacatecoluca conduce a Usulután, los agentes uniformados –entre los que se encontraba Horus– detuvieron un vehículo Toyota Hilux azul, según las indicaciones que habían recibido y pidieron al sacerdote que se bajara del vehículo. 

“Al observarlo de cerca, Chepón le hace un gesto de afirmación con la cabeza a Comando Rosario, quien con el arma de equipo del dicente le dispara en la cabeza a la víctima en una ocasión, quien estaba de pie sobre la calzada de la vía, observando que cae la víctima frente a los pies de Comando Rosario”, dice la confesión de Horus. Al día siguiente, la muerte del sacerdote también estuvo en las noticias. En una nota de La Prensa Gráfica, un agente señala que el sacerdote fue encontrado con un solo disparo detrás de la oreja izquierda y un casquillo de bala en la escena.

Luego de que Comando Rosario le disparara al religioso, Horus “ordenó a Chilo y a Campos que levantaron el cuerpo y lo apartaran, poniéndolo sobre el monte; luego observó dentro del vehículo, pudiendo ver que dentro del mismo estaba una laptop, una camisa blanca colgada en un gancho y un cartón de huevos y otras prendas”, dice el documento fiscal con la confesión del testigo. 

El asesinato del sacerdote Cortez conmocionó a la Iglesia Católica. La Conferencia Episcopal de El Salvador, la máxima autoridad de la iglesia en el país, condenó el hecho y reclamó justicia. Hasta esta fecha, el homicidio del sacerdote sigue impune, aunque la Fiscalía tiene un testigo que señaló a los  supuestos  asesinos.

Por este homicidio, el grupo de exterminio también recibió su recompensa dos días después. Esta vez en la Delegación policial de Zacatecoluca, en el departamento de San Vicente. “El entrevistado observa que Peña Morales estaba con Chanta en un vehículo Nissan, color blanco propiedad del Gallo más Gallo, y Peña le dice al dicente que no se clave en chiquilleces y le trata de entregar quinientos dólares de los Estados Unidos de América por lo del homicidio del sacerdote, a lo que el dicente le dice que no quería el dinero, ya que ya tenía todo arreglado para irse a México”.

Mi amigo, el presidente

La relación entre el alcalde de San Luis Talpa, Salvador Menéndez, y Nayib Bukele se remonta al menos a 2013. En ese año, Bukele era alcalde de Nuevo Cuscatlán y Menéndez llevaba un año en el cargo. Su primer acercamiento público surgió a raíz de la crisis ambiental provocada por la contaminación con plomo de la abandonada fábrica de Baterías Record, en el cantón Sitio del Niño. Menéndez denunció el abandono estatal y los daños a la salud de los habitantes, y Bukele salió en su defensa desde Twitter: “El @AlcaldeMenendez de San Luis Talpa clama por ayuda. No es de mi partido, pero su causa es justa. Hay que apoyar #AcciónEnSanLuisTalpaYA”.

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Según los tuits de Bukele, el ahora presidente no conocía a Menéndez antes de la crisis medioambiental, pero desde entonces empezaron a forjar una amistad que pronto llevaron a lo público. “Conocí al alcalde de San Luis Talpa. No es de mi partido, pero me pareció una buena persona y un hombre comprometido con su pueblo”, tuiteó Bukele el 3 de julio de 2013.

Poco más de un mes atrás, el 23 de mayo, Bukele había iniciado la interacción pública a raíz de una entrevista televisiva en la que Menéndez denunciaba una crisis de insuficiencia renal en su municipio, presuntamente ocasionada por la contaminación con plomo. “@8enpunto saludos al Alcalde de San Luis Talpa, no lo conocía, pero viendo esta entrevista déjeme decirle que se ha ganado mi respeto”, escribió Bukele.

Luego de las presiones públicas de Bukele, la simpatía entre ambos se reforzó y se mantuvo en lo público. El 20 de noviembre de 2013, el alcalde Menéndez compartió en su cuenta de Twitter una entrevista que le había hecho el sitio web El Blog, titulada con una frase del alcalde "para mí @nayibbukele debería ser nuestro futuro presidente de la República". Para entonces, Bukele no tenía como objetivo inmediato competir por la Presidencia, sino por la Alcaldía de San Salvador, a la que llegaría en mayo de 2015. A la publicación de Menéndez, Bukele respondió “@AlcaldeMenendez gracias Alcalde por sus palabras, no seré Presidente, pero cuente conmigo en la lucha por su pueblo”.

Más tarde, el 3 de abril de 2014, Menéndez volvió a hacer pública su amistad y publicó una foto de ambos en lo que parece ser la terraza de un café. “Siempre es un gusto conversar y aprender de usted alcalde @nayibbukele”, escribió Menéndez. Y Bukele le respondió: “@AlcaldeMenendez gracias Alcalde, el que aprende soy yo. Un abrazo”.

El respaldo político entre ambos fue aumentando. En 2019, cuando Bukele logró inscribirse en último momento con el partido GANA para correr como candidato presidencial, eligió el municipio de San Luis Talpa para realizar uno de los pocos eventos públicos de su campaña presidencial, que ocurría casi por completo en redes sociales. El 7 de enero de ese año, Bukele llegó al parque central de San Luis Talpa donde fue recibido por el alcalde y miembros de la directiva de GANA. En esa ocasión, Menéndez dijo a El Faro que él mismo había financiado parte del mitin y pagado el transporte para trasladar simpatizantes de los municipios aledaños como San Rafael Obrajuelo, San Luis La Herradura, Santiago Nonualco y Rosario de La Paz. “Es dinero propio, no es de la alcaldía”, dijo Menéndez a El Faro.

Para cuando Menéndez financió el mitin de campaña presidencial de Bukele, el alcalde ya había ordenado al menos 36 homicidios al grupo de exterminio Halcón 32, según Horus.

Tras la llegada de Bukele a la Presidencia en 2019, Menéndez continuó haciendo pública su estrecha relación con el presidente a quien siguió llamando amigo y aliado.

El 14 de junio de 2023, la Asamblea Legislativa controlada por Bukele cambió las reglas electorales para los comicios generales de 2024 y redujo los municipios del país de 262 a 44. Esto tuvo dos efectos principales: por un lado, aumentó la concentración de poder, algo que Bukele viene haciendo desde su llegada a la Presidencia; por otro, al disminuir drásticamente el número de alcaldías, volvió más difícil para los candidatos ganar espacios de representación local.

Durante la campaña, la mayoría de alcaldes y diputados del partido Nuevas Ideas se refugiaron bajo la popular figura de Bukele. La estrategia era sembrar la idea de que desde sus cargos darían gobernabilidad al presidente. Menéndez se postuló a su quinto periodo bajo la bandera de GANA, pero se aseguró de dejar claro que no se trataba de un opositor, sino de un aliado del presidente. De hecho, su lema de campaña, que aún conserva en la cabecera de su cuenta de X, fue “GANA en una nueva alianza con el presidente Nayib Bukele”.

El 3 de marzo de 2024, durante las elecciones de alcaldes y concejos municipales, Menéndez volvió a ganar la Alcaldía de San Luis Talpa, ahora nombrada como La Paz Oeste e integrada por siete distritos. Nueve días después de ganar, en una entrevista televisiva en el programa Frente a Frente, Menéndez dijo que con la reducción del número de alcaldías sería más fácil para el Gobierno central controlarlos. “¿Qué pasó? Que en los años anteriores hemos hecho un mal trabajo, nos hemos gastado el dinero, hemos malversado, muchas veces, una serie de situaciones, que son en perjuicio de un pueblo”, dijo. 

El entrevistador Moisés Urbina señaló a Menéndez que algunos comentarios en redes sociales decían que había vuelto a ganar la alcaldía por cobijarse bajo la sombra de Bukele, a lo que Menéndez respondió: “Yo quiero decirle que yo tengo una amistad con el presidente Bukele desde hace muchos años, lo quiero y lo respeto mucho y lo admiro por ser un hombre brillante, y si la gente cree que yo me cobijé bajo su figura, pues me alegro. Aquí estoy y estoy seguro de que el presidente Bukele no me va a dejar solo por lo menos estos tres años que me ha dado el pueblo de gobernar”.

El 7 de enero de 2019, el entonces candidato presidencial Nayib Bukele eligió el parque de San Luis Talpa —administrado por el alcalde Menéndez— como escenario para uno de sus mítines de campaña.

Al final de la llamada entre el periodista a cargo de esta investigación y el alcalde Menéndez el 28 de octubre, el alcalde fue consultado sobre la amistad con el presidente Bukele de la que hace alarde públicamente. Menéndez evitó hablar del tema y luego colgó.

-Usted es una persona bastante popular, lleva ya cinco periodos en la alcaldía. Pero además es una persona que desde hace varios años se jacta de mantener una amistad con el presidente Nayib Bukele. ¿Me puede contar un poco más de esa amistad?

-Fíjese que de eso sí ya no. Esas ya son cosas propias, me entiende. 

(Se oye que suena un teléfono al fondo. El sonido del teléfono se detiene de golpe y el alcalde continúa.)

-Ahí sí ya no quisiera seguir hablando porque tengo una llamada muy importante que atender. Yo le contesté por honesto, la verdad. No me imaginé que me iba a salir con esto. Así que ahí estamos, mi amigo, lo dejo porque tengo una llamada importante, oye.

Y colgó.

*Bryan Avelar es periodista salvadoreño especializado en cobertura de pandillas, migración y crimen organizado. Ha publicado en The New York Times, El País, Insight Crime, El Faro, Revista Factum, entre otros. Ganador del premio Ortega y Gasset (2024), Premio Gabo (2025) y Premio Ondas (2025).