En busca de la ciudad Bitcoin

<p>Pero el espectáculo de Bitcoin City no debe ser analizado exclusivamente desde su dimensión económica, sino también desde su dimensión política orientada a legitimar el proceso de gentrificación turística en oriente utilizando una estética cripto-libertaria.</p>

Julio Gutiérrez

El jueves 28 de agosto, El Diario de Hoy reveló que la empresa estatal de energía geotérmica, La Geo, ejecutó $ 4.2 millones en supuestas obras del proyecto “Bitcoin City”, el extravagante proyecto gubernamental que buscaba convertir el municipio de Conchagua en un centro financiero global de la economía cripto. La nota generó preguntas sobre el uso de esos fondos y fue seguida por otra publicación que contaba cómo, desde la perspectiva de los lugareños, no existían rastros de tal proyecto. En esa nota los habitantes contaron como el carácter invisible de la ciudad Bitcoin se ha vuelto un motivo de risa entre la población local, a tal punto que cuando un extranjero o salvadoreño de la diáspora llega preguntando por la ciudad termina haciendo el ridículo. Pero más allá de lo cómico de esa situación, el fenómeno señalado por El Diario de Hoy nos invita a reflexionar sobre el rol que tienen los espectáculos mediáticos como Bitcoin City en la política económica del gobierno actual.

En las últimas décadas, los espectáculos mediáticos se han convertido en un objeto de estudio en las ciencias sociales. En un análisis sobre el caso de Indonesia en los años 90, la antropóloga Anna Tsing examinó cómo una pequeña empresa minera canadiense que llevaba a cabo exploraciones de oro en dicho país mintió descaradamente sobre el volumen de sus hallazgos. Con el fin de atraer a posibles inversionistas, la empresa exageró sus cifras, llamando la atención de los medios de comunicación. Lo anterior derivó en un espectáculo mediático compuesto por numerosas notas en periódicos internacionales que hablaban sobre el hallazgo de “la mayor reserva de oro del mundo”. Uno de los efectos generados por los reportes fue el de inflar el valor de las acciones de la compañía, permitiendo a sus ejecutivos amasar una gran cantidad de dinero a base de falsas expectativas. A esta forma de hacer dinero la antropóloga le llamó “acumulación espectacular”, y la situó como un patrón común del capitalismo financiero y su economía de las apariencias.

Siguiendo la lógica de Tsing, podemos afirmar que el caso de Bitcoin City es a todas luces un espectáculo mediático. Luego de su anuncio en noviembre del 2021, el proyecto causó revuelo a nivel internacional. Y aunque la ciudad nunca se materializó en algo concreto, el espectáculo alrededor de esta sí tuvo efectos. Uno de esos efectos fue el de colocar a la región sur de La Unión en la mira de inversionistas nacionales y extranjeros, generando una ola de especulación inmobiliaria que se tradujo en una inflación de los precios del suelo en la zona. Como revela el reportaje del periodista Nelson Rauda, este proceso ha incentivado los despojos de tierra de familias campesinas por parte de actores que buscan aprovecharse del incremento de precios. Si bien este proceso especulativo no es nuevo, en los últimos años se ha intensificado al combinarse con otros factores como la construcción del Aeropuerto del Pacífico, el descenso de homicidios y los proyectos de infraestructura vinculados al Surf City 2, otro espectáculo un poco menos glamoroso y orientado hacia una audiencia salvadoreña.

Pero el espectáculo de Bitcoin City no debe ser analizado exclusivamente desde su dimensión económica, sino también desde su dimensión política orientada a legitimar el proceso de gentrificación turística en oriente utilizando una estética cripto-libertaria. Como lo explica el geógrafo Casey Lynch, la actual tendencia de proyectos de ciudades libertarias surgió luego de la crisis mundial del año 2008, por parte de grupos ultraconservadores en Estados Unidos y Europa para quienes la crisis significó el fracaso del proyecto de globalización neoliberal impulsado desde instituciones como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Para estos grupos, el proyecto neoliberal se había quedado corto en su modelo de transformación del Estado pues no había logrado una total privatización. Su desencanto con este modelo motivó la creación de utopías libertarias basadas en la construcción de ciudades privadas donde el Estado fuera visto como un simple “prestador de servicios” y los ciudadanos como simples consumidores de esos servicios.

Para Nayib Bukele, la utopía cripto-libertaria ha resultado conveniente, pues le ha permitido suscribir a un proyecto de liberalización económica con una retórica diferente a la de la derecha tradicional asociada con el partido ARENA y la vieja élite. También le ayudó en su momento a diferenciar su estrategia del lamentable intento del gobierno del FMLN por replicar el modelo de Zona Económica Especial con ayuda de capital chino. Por otro lado, la utopía cripto-libertaria le permitió a Bukele anclar su proyecto de liberalización económica con la arcaica pero hegemónica idea de desarrollo basada en la construcción de megaobras de infraestructura. Todas estas características dan cuenta de la función político-ideológica de Bitcoin City.

En muchos sentidos, el espectáculo de Bitcoin City recuerda a un principio básico en antropología cultural:los mitos, por más extravagantes que sean, son reales en la medida que tengan un impacto grande en la vida de la población. En términos físicos, Bitcoin City no es más real que El Dorado, la legendaria ciudad de oro por la que numerosos conquistadores españoles se aventuraron a explorar diversos rincones de Sudamérica. La historia dice que, al no dar con ninguna ciudad, aquellos conquistadores se adueñaron de tierras y una gran cantidad de riquezas naturales que documentaron para luego enviar información a sus lugares de origen. Lo anterior incrementó el interés en la zona fomentando el financiamiento de nuevas expediciones y expandiendo el proceso de colonización. Salvando las distancias, uno se pregunta si algo parecido no estará ocurriendo en La Unión con la llegada de extranjeros en busca de la dichosa ciudad. Pero más allá de esa posibilidad, el punto central de esta comparación es entender que a los espectáculos mediáticos no hay que verlos únicamente por la extravagancia de sus imágenes, sino por las dinámicas sociales que estas imágenes producen. Al fin y al cabo es ahí donde yace la materialidad de un mito.

Si la ciudad Bitcoin se convertirá algún día en un proyecto urbanístico concreto es algo que aún está por verse. El fracaso de los “bonos volcán” y la ausencia de un plan maestro parecen indicar que está lejos de serlo. Esto, sin embargo, no elimina los usos del espectáculo, los cuales parecen haber pasado de una simple campaña publicitaria a convertirse en un agujero negro de fondos públicos. Y aunque es probable que en algún momento el gobierno intente “revivir” el proyecto con tal de callar bocas de críticos, lo mejor es mirar hacia donde el gobierno no quiere que veamos, en este caso, a la ola de desalojos y el acaparamiento de tierras en el sur de La Unión.