<p>Las pandillas mantuvieron de rodillas a los salvadoreños por más de 25 años. Un fenómeno que se instaló en el país por causa de las deportaciones masivas que Estados Unidos realizó en los 90, y que echó raíces en las comunidades más precarias y olvidadas de El Salvador.</p>
Víctor Peña, Carlos Barrera
Víctor Peña Carlos Barrera
Las pandillas mantuvieron de rodillas a los salvadoreños por más de 25 años. Un fenómeno que se instaló en el país por causa de las deportaciones masivas que Estados Unidos realizó en los 90, y que echó raíces en las comunidades más precarias y olvidadas de donde brotaron los criminales más peligrosos para consolidar mafias pobres que colocaron a El Salvador como el país más violento del mundo desde el año 2009, con una tasa de 71 homicidios por cada 100 mil habitantes; y luego con una tasa de 106 en 2015, la cifra de violencia más elevada desde los tiempos de la guerra civil. Los pandilleros arribaron a El Salvador desde el siglo pasado, pero en aquellos primeros años de posguerra otras bandas armadas dominaban el ecosistema criminal del país, hasta que poco a poco, fuera de los radares, las pandillas crecieron y entraron al nuevo siglo con capacidad para imponerse ante todos los demás. La Mara Salvatrucha-13, que llegó a tener 40,000 miembros en el país, según información oficial, asesinó, extorsionó, desplazó, secuestro, desapareció gente, paralizó al transporte colectivo, dobló el brazo de militares y policías a punta de violencia, controló el interior de varias cárceles, obligó a los salvadoreños a pedir masivamente refugio en otros países, conquistó decenas de barrios de la Costa Este de Estados Unidos y pactó con políticos de derecha, izquierda y del actual Gobierno de Nayib Bukele. Desató un conflicto brutal contra el Barrio 18, que muchos de ellos no lograban ni comprender, así mataran con virulencia por sus siglas pandilleras, dejando a miles de salvadoreños transitando a diario entre fronteras de guerra. Sin estos criminales, no se puede entender la historia de la raquítica democracia que Bukele aniquiló. Esta recopilación del archivo de El Faro muestra a las víctimas y victimarios de esa violencia que parecía no acabar. Esta edición también muestra a los cómplices de ese horror: funcionarios de Arena, el FMLN y Nuevas Ideas. Tras la mayor masacre del siglo perpetrada por le MS-13 en marzo de 2022, que llegó a dejar 62 cadáveres en un solo día, el último pacto de las pandillas con un gobernante salvadoreño se acabó, y empezó el Régimen de Excepción: una política que ha convertido a El Salvador en el país con la tasa carcelaria más alta del mundo, donde uno de cada 57 ciudadanos está preso y cientos de cadáveres de personas sin condena han salido de alguna de las 22 cárceles del país.
Miembros de la clica Western Locos de la Mara Salvatrucha Stoners a mediados de los 80 en Los Ángeles, una de las primeras fotografías de esa pandilla a la que este periódico tuvo acceso. Uno de ellos, el Puppet, regresó años después a El Salvador y vivió en la colonia Amatepec de San Salvador, donde fue asesinado. Las pandillas se fundaron en los barrios del sur de Los Ángeles. Allí también se fundó el odio entre la MS-13 y el Barrio 18. En los 90, Estados Unidos realizó deportaciones masivas de esos pandilleros, muchos eran salvadoreños que volvieron a sus comunidades, reclutaron a otros jóvenes y les impusieron ese odio que desangró a su población por más de 25 años. El domingo 20 de junio de 2010 ocurrió uno de los atentados más atroces que las pandillas ejecutaron. Esa noche, pandilleros del Barrio 18 prendieron fuego a un microbús de la ruta 47 con sus pasajeros dentro, en una de las calles solitarias de la colonia Jardín, en el municipio de Mejicanos, en San Salvador. 13 personas murieron en el interior, otra decena falleció posteriormente en los hospitales y otras 15 resultaron con quemaduras graves. Las víctimas eran habitantes de la colonia Montreal, una comunidad bajo el dominio de la MS-13. El ataque era una respuesta en venganza por el asesinato de Crayola, un pandillero del Barrio 18 al que habían acribillado una noche antes. Militares custodian un camión con pasajeros en el Centro Histórico de San Salvador, el lunes 27 de julio de 2015, después de que la Tregua entre pandillas y el Gobierno del FMLN muriera. Más de 140 unidades que hacían su recorrido desde la Plaza Barrios, en San Salvador, eran custodiadas por agentes de la Policía o miembros de la Fuerza Armada. Las amenazas desde las pandillas y el asesinato de siete empleados del transporte público obligaron a los empresarios a un paro general para evitar que sus trabajadores fueran asesinados por pandilleros que paralizaron el país y doblegaron al entoces Gobierno de Salvador Sánchez Cerén. Por aquellos años, los pandilleros asesinaron a decenas de policías y soldados mientras descansaban en sus casas, y muchos policías conformaron grupos de exterminio que respondieron fuera de los procedimientos de la ley, asesinando a supuestos pandilleros y sus familias. El expresidente de El Salvador, Antonio Saca, y el exdirector de la Policía, Ricardo Meneses, estrechan las manos de miembros del Barrio 18 Revolucionarios, el 4 de noviembre de 2004, en la colonia IVU de San Salvador, durante una ceremonia en la que se anunciaba que esa colonia sería un territorio sin pandillas, como parte del plan de reinserción “Mano Amiga”. Como la mayor parte de su política antipandillas, el plan era parte de una estrategia publicitaria del Gobierno de Saca para mostrar otra cara en una narrativa de “ataque frontal” contra las estructuras criminales. En la imagen, Saca saluda a Charli, de 15 años, entonces líder de la clica de la IVU,que tomó protagonismo en la vida pandilleril unos años después por su aparición en el documental “Eighteen With a Bullet” de la cadena BBC. 2004 AFPCarlos Cartagena, alias Charli, 22 años después de la fotografía en la que saluda al expresidente Antonio Saca, durante una entrevista a El Faro, ya con 38 años. Detalló los pactos que su pandilla hizo con Nayib Bukele y su círculo de poder para que su partido ganara las elecciones de alcalde de San Salvador en 2015 y presidenciales en 2019. Charli fue capturado durante los primeros días del régimen de excepción que inició el 27 de marzo de 2022 y fue liberado sólo unas horas después tras una orden que recibieron los agentes policiales de la delegación del municipio de Antiguo Cuscatlán, a través de una llamada telefónica. Charli sigue en libertad mientras muchos inocentes han muerto dentro de las cárceles salvadoreñas y han padecido el régimen. Lo liberó el Gobierno de Bukele, según su testimonio durante la entrevista realizada en los primeros meses de 2025. Fotografía tomada de la transmisión del canal 17 de televisión, bajo el dominio del Tabernáculo Bíblico Amigos de Israel, en la que aparecen Dionisio Umanzor, alias El Sirra, entonces líder de la MS-13, y Carlos Mojica Lechuga, alias Viejo Lin, voceros líder del Barrio 18 Sureños, cuando fueron entrevistados por el pastor Edgard López Bertrand (Toby Jr.). Los dos pandilleros cumplían condenas de prisión en las cárceles de Ciudad Barrios y Cojutepeque, ambas exclusivas para miembros de sus organizaciones criminales. Desde ellas fueron trasladados cuando comenzaron su tregua con el Gobierno de Mauricio Funes, en marzo de 2012. “Trajimos a dos personalidades que están participando en la llamada tregua entre pandillas, con el deseo de poder atraer a los jóvenes que están tomando decisiones de tratar de entrar en ellas para que reflexionen. Agradecemos a las autoridades que lo hicieron posible. Es un derecho que ellos tienen, la ley así lo dice en eventos eclesiásticos o culturales”, dijo el pastor Edgar López Bertrand cuando fue cuestionado.Policías ordenan los restos de William, luego de que fueran desenterrados por Israel Ticas, el único criminólogo forense de la Fiscalía General de la República en aquel entonces, el único especialista en desenterrar huesos en las fosas clandestinas que las pandillas usaban para esconder a sus víctimas, pese a que era un ingeniero civil de carrera. William fue asesinado y enterrado en el año 2009 en una finca del municipio de Colón, en el departamento de la Libertad. Ticas conocía muy de cerca la atrocidad con las que la MS-13 y el Barrio 18 arrebataban la vida a cientos de salvadoreños, y era un hombre con una agenda sobresaturada, al que requerían fiscales de todas partes del país para que sacara huesos de pozos, maizales, cañaverales o comunidades marginales.Bernat Camps PareraIsrael Ticas se sumerge en un pozo donde la Policía confirmó el hallazgo de al menos 20 cadáveres, en diciembre de 2010, en el municipio de Turín, en el departamento de Ahuachapán, cuando El Salvador ya había alcanzado la categoría de uno de los países más violentos del mundo. Ticas, el único criminólogo forense de la Fiscalía, era el humano bajo ese traje blanco y a punto de descender 55 metros para luego subir con algunas prendas de vestir y unos tarsos que evidenciaban que había sido utilizado como fosa clandestina. Unos años antes, en 2007, Ticas también había desenterrado más de 20 cuerpos en el fondo de un pozo, en el Distrito Italia, del municipio de Tonacatepeque, en el departamento de San Salvador. En esta foto de archivo del 22 de enero 2013, en el Centro Escolar de la residencial Vista al Lago, "Marvin", líder de la Mara Salvatrucha-13 en el municipio de Ilopango, en el departamento de San Salvador, firma una declaración de buenas intenciones que también firmó el entonces ministro de Seguridad, David Munguía Payés (atrás, de lentes oscuros), ahora condenado por haber liderado esos pactos. También le acompañaba el entonces capellán de la Fuerza Armada, Fabio Colindres.Emilio Méndez, motorista de la Ruta 16 de San Salvador, fue el séptimo motorista asesinado en el tercer día de paro de buses del transporte colectivo en julio de 2015. En la imagen, un familiar se desploma al ver el cadáver de Méndez en la avenida Masferrer Norte, donde fue asesinado por no obedecer las órdenes de la pandilla, quienes prohibieron la circulación de transporte público y amenazaron de muerte a quienes lo hicieran. Durante tres días, ocurrió el asesinato de siete empleados del transporte público.El expresidente de la república, Mauricio Funes, fue citado a la Fiscalía General de la República para colaborar como testigo en la investigación de la tregua entre pandillas, que fue pactada en marzo de 2012, por su gobierno y bajo su conocimiento, algo que, pese a la abundante evidencia, él negó hasta su muerte este 2025, mientras estaba resguardado por la dictadura nicaragüense. En el proceso estuvieron involucrados el entoncee ministro de defensa, David Munguía Payés, el excomandante guerrillero, Raúl Mijango, y el capellán de la Fuerza Armada, Fabio Colindres. Funes dio sus declaraciones el 3 de febrero de 2016, por más de cinco horas, cuando ya no era presidente y poco antes de huir de El Salvador. En septiembre de 2016, 19 familias del caserío El Castaño se resguardaron en un refugio improvisado en una pequeña cancha de basquetbol en el municipio de Caluco, en el departamento de Sonsonate. Las familias fueron desplazadas por pandilleros del caserío que amenazaron de muerte y quemaron algunas viviendas. Era el primer refugio de desplazados en la posguerra. En la imagen, tras 19 días sin buenas provisiones y sin ningún plan de las autoridades, esas mismas familias retornaron a las viviendas de donde habían sido expulsados, después que el Gobierno de Salvador Sánchez Cerén les aseguró que habían combatido a los criminales.El 23 de mayo de 2014, pandilleros asesinaron a seis personas al interior de un autobús de la ruta 302, que recorría sobre el kilómetro 32 de la carretera que conduce del aeropuerto Monseñor Romero hacia San Salvador, en el municipio de San Luis Talpa, en el departamento de La Paz. El ataque estaba dirigido a un empleado de la División Central de Investigaciones (DCI) y para unos custodios de la cárcel de Máxima Seguridad de Zacatecoluca.El candidato presidencial de Arena para el año 2014, Norman Quijano, estrecha la mano de "Charly", representante del Barrio 18 en Ilopango, durante su visita proselitista a ese municipio, el lunes 25 de noviembre 2013. Charly recibió uniformes deportivos de manos del candidato de derecha. Este pandillero fue el representante de su organización en las mesas de diálogo creadas por el alcalde de Ilopango, Salvador Ruano, en las que también participaron voceros de la MS-13. En la misma actividad, Douglas Moreno, exviceministro de Seguridad Pública, uno de los organizadores de la tregua entre pandillas, expresó su respaldo a Quijano.El domingo 21 de junio de 2015, el asesinato de dos militares derivó en un fuerte operativo policial en la comunidad La Chacra, en San Salvador. La Policía desplegó a su personal en medio de la comunidad. Minutos antes de esta escena, tres pandilleros vestidos como indigentes rodearon y atacaron con arma de fuego a los soldados José Otoniel Ascencio y José Jaime Henríquez, cuando ambos custodiaban la estación del Sistema Integrado de Transporte del Área Metropolitana de San Salvador (SITRAMSS), frente a la exterminal de Oriente, en San Salvador, donde quedaron sus cuerpos tendidos.Carlos Tiberio Valladares, Snyder, líder de la MS-13, conversa con Adam Blackwell, secretario de Seguridad Multidimensional de la Organización de Estados Americanos (OEA), en el interior del Centro Penitenciario La Esperanza, conocido como Mariona, el 19 de enero de 2013. Esta era una conferencia donde se reunieron líderes de la MS-13, el Barrio 18, Mao-Mao y Mara Máquina para lanzar una campaña para reducir los crímenes en El Salvador. En la imagen también aparecen Raúl Mijangos, mediador de la tregua con el micrófono); Borromeo Henríquez Solórzano, alias Diablito de Hollywood, el más importante líder de la MS-13; y Carlos Adalberto Barahona, Chino Tres Colas, líder del Barrio 18 Sureños (sentado a la derecha).(Photo: JOSE CABEZAS)El 3 de marzo de 2016, pandilleros del Barrio 18 Revolucionarios del municipio de Quezaltepeque invadieron el cantón Agua Escondida, del municipio de San Juan Opico, en La Libertad, territorio de la Mara Salvatrucha-13, donde torturaron y asesinaron a 11 trabajadores, ocho de ellos de una empresa dedicada a hacer instalaciones eléctricas, y también a tres campesinos que presenciaron la matanza. La Fuerza Armada montó un operativo en la zona y sus alrededores. Unas horas después, el Gobierno de Salvador Sánchez Cerén anunció que había decenas de capturas de pandilleros de la MS-13. Luego, la Fiscalía aclaró que ninguno de los capturados era sospechoso de haber participado en esa masacre. Las pruebas de esa barbarie fueron unos videos donde los pandilleros se grabaron al momento de cometer los asesinatos, perpetrados entre risas y con machetes, y que se difundieron en las redes sociales. Para los forenses del Instituto de Medicina Legal, los homicidios se convirtieron en una rutina. Día tras día, estos médicos especializados en la muerte reconocían el lado más oscuro de El Salvador con la serenidad imperturbable de quien sabe que tras un cadáver le espera otro más. Así era la vida de los forenses durante los tiempos más violentos de El Salvador, entre el año 2009 y 2016. Las morgues no daban abasto y los cadáveres permanecían tendidos por largas horas en la escena de un asesinato, antes que llegara el turno de su reconocimiento por parte del último médico. De izquierda a derecha, estos son los personajes sentados a la mesa en esta fotografía tomada por un agente policial que les daba seguimiento el 21 de diciembre de 2015 en un local de la Pizza Hut en el centro comercial Multiplaza, en Antiguo Cuscatlán: Edwin Ernesto Cedillos Rodríguez, mejor conocido como Renuente, líder nacional de la Mara Salvatrucha-13 y palabrero de la clica Abriles Danger Locos Salvatrucha; Mario Durán, actual alcalde de San Salvador, y entonces concejal de la Alcaldía dirigida por Nayib Bukele; Carlos Marroquín, entonces jefe de la Unidad de Reconstrucción del Tejido Social de la misma Alcaldía y actual director de Reconstrucción de Tejido Social; y Michael Estiban Hernández Estrada, mejor conocido como White de la clica Iberias Locos Salvatrucha. Gracias a audios obtenidos por El Faro se pudo identificar a Renuente como un líder de la pandilla que por aquellos años conspiraba para asesinar a políticos y policías, y que en esa reunión intentaban llegar a acuerdos con esa Alcaldía, para permitirles entrar a sus colonias a desarrollar proyectos, a cambio de lo cual pidieron $10,000 que los concejales no entregaron e intentaron subsanar con una entrega de materiales de construcción. Tras la reunión, todos fueron intervenidos para efectos de identificación por los policías que los investigaban. Médicos forenses del Instituto de Medicinal Legal realizan el levantamiento de un cadáver sobre el bulevar Arturo Castellanos, en San Salvador, en abril de 2020, en plena pandemia por Covid-19. Ese fue uno de los episodios más violentos durante el Gobierno de Bukele, cuando se registraron 23 asesinatos en un mismo día, el viernes 24 de abril. Como es usual, Bukele reaccionó en su cuenta de “X” y adjudicó los crímenes a los cabecillas de pandillas y los acusó de haber ordenado los ataques desde el interior de las cárceles. Bukele también ordenó aislamiento para los cabecillas, cerrar las tiendas penitenciarias, todo a través de su cuenta en “X”. Tras esa masacre, ocurrirían dos más durante el pacto de Bukele con las pandillas: Otra ocurrió en noviembre de 2021, cuando las pandillas asesinaron a 45 salvadoreños en un par de días; y la definitiva, perpetrada por la MS-13, cuando asesinaron a 87 salvadoreños en el fin de semana del 26 de marzo de 2022, y que dio paso a la ruptura de los ocho años de pacto entre Bukele y las pandillas y el inicio del régimen de excepción que terminó desarticulándolos.(Photo: Víctor Peña)Agentes de la PNC y de la Fuerza Armada custodian la escena de homicidio ocurrido en el lugar conocido como la Exbiblioteca, en el Centro de San Salvador. Entre el 25 y 27 de marzo de 2022 se registraron 87 homicidios en El Salvador, convirtiendo al día sábado 26 como el más violento del siglo 21, con 62 homicidios en 24 horas. Este es uno de los episodios más oscuros de la violencia de El Salvador después de la firma de los Acuerdos de Paz, y también el rompimiento del pacto del Gobierno de Nayib Bukele con las pandillas. Desde esos días, El Salvador ha permanecido en un estado de sitio por más de tres años por medio de un régimen de excepción que desarticuló a las pandillas, pero que, hoy por hoy, ha aniquilado todas las garantías y derechos a sus ciudadanos, y encarcelado bajo procesos que han sido declarados secretos y que, cuando se han sacado a la luz, presentan evidencias tan endebles como que alguien mostró “nerviosismo”.