"Me divorcié de mi mujer porque quería que yo caminara"

<p>Hace 41 años, una bala se metió en el cuerpo de este hombre de cabello largo y mirada directa. Quedó parapléjico y él era apenas un adolescente. Desde entonces, la vida se encargó de convencerlo de que El Salvador está muy lejos de considerar a los discapacitados como ciudadanos con derechos. Comenzando por sus exesposas quienes, según él, lo han rechazado por su limitación y por verlo en silla de ruedas. Óscar Vargas, ahora de 57 años, es un ganador. Ha practicado varios deportes en silla de ruedas e incluso fue campeón centroamericano con la selección de basquetbol. Pese a saberse distinto, dice que no cambiaría nada de su vida y que su máxima felicidad ahora son su hijo y saber que puede rehabilitar a muchos como él.</p>

Edu Ponces Gabriel Labrador

Óscar Vargas se mueve con relativa facilidad en lugares donde los obstáculos para trasladarse en silla de ruedas son evidentes.

A Óscar Vargas le gustan los retos y las armas. Lo encontramos en el estacionamiento de la Torre Futura. Baja en un santiamén de su automóvil adaptado para discapacitados y se incorpora en su silla de ruedas desarmable que lo acompaña a todos lados. Antes de que terminemos de explicarle la ruta para llegar al café, Óscar ya ha tomado la delantera.

Su gusto por las armas de fuego es casi una paradoja: hace 41 años, una pistola lo dejó discapacitado cuando apenas tenía 17 años. El “accidente”, como él lo llama, ocurrió en una noche de amigos cuando había ido de visita a San Salvador. Un carro se estacionó al lado del suyo y alguien disparó desde ese vehículo. El proyectil de la 9 milímetros lo levantó y le dañó varios órganos pero principalmente la médula. “El Salvador siempre ha sido violento, pero ahora más, y por eso es válido andar armado. A mí no me vas a ver pidiendo el desarme”, dice.

A diferencia de los que nacen con una afección congénita, Óscar tuvo que acostumbrarse de presto a vivir con sus piernas inertes. Ahora él las describe como compañeras que únicamente le sirven para verse un poco más formal.

Comenzó a adaptarse a su nueva condición en Estados Unidos, donde lo operaron. Al año de haber sido atacado, regresó a El Salvador, en donde comenzó el deporte en silla de ruedas. Aprendió a jugar tenis, y luego comenzó con el baloncesto. Después de una temporada en El Salvador, regresó a Estados Unidos a estudiar, donde obtuvo una titulación en una carrera muy peculiar: formación de atletas en silla de ruedas. Retornó a El Salvador a finales de los años 80 y su primer trabajo fue en el Hospital Militar. Con tantos años de trayectoria, Óscar tiene licencia para hablar sobre discapacidad en un país en desarrollo.

Estamos en el edificio más moderno de este país y nos ha costado un millón de vueltas poder llegar hasta aquí. Si hubiéramos tenido que hacer esta entrevista en el periódico no hubieras podido subir, porque hay un gran montón de escaleras terribles.
Por eso te decía yo a ti que el mundo está hecho para personas normales, las personas con discapacidad nos tenemos que adaptar a este mundo. También le decía a tu compañero que la barrera más grande que nosotros tenemos es la sociedad; la barrera no es una cuneta, porque es la sociedad la que hace que este edificio no sea accesible. Tendría que haber una ley para que la carrera de arquitectura se imparta en función de las personas discapacitadas o al menos hacerles conciencia a los estudiantes sobre nuestra situación. Sería bueno, por ejemplo, vendarles los ojos, a que se vayan a topar con un poste que está en medio de una acera.

¿Te gusta el término “amigable” con una discapacidad?
No, para mí, yo no soy discapacitado porque yo tengo capacidad para hacer cosas que tal vez alguien, entre comillas normal, no puede hacer. Yo tengo una limitación física, pero yo camino, yo empujo mi silla y yo camino; si quiero correr me empujo más rápido y corro. Para eso juego basquetbol, juego tenis, que son deportes donde tú tienes que correr, no caminar.

¿Sos de los que se enojan cuando alguien les ofrece ayuda?
No, agradezco y oriento a la persona.

¿Y hay gente que se ha pasado y te trata como un vegetal?
Hay gente que me ha tratado como que fuera un animal; me han ofrecido limosnas.

¡No…!
Sí, así. Yo entré al Hotel Alameda y estaba en el lobby y se acercó un estadounidense y me puso un dólar en la camisa. Agarré el dólar y le contesté en inglés "dáselo a quien lo necesite, yo no necesito, gracias a Dios".

¿Lo ahuevaste? Ja, ja, ja… ¿Qué reacción tuvo el gringo?
En realidad ni lo volví a ver porque seguí haciendo lo que estaba haciendo, no le tomé tanta atención a eso porque fue únicamente hacerle ver que no todos necesitan de limosnas. La discapacidad no es sinónimo de necesitar limosnas.

(Óscar tiene un rostro bravo, por eso tranquiliza verlo sonreír o reír. Con lo que nos acaba de contar, intuimos que tiene muchas historias sobre gente que lo ha querido ver de menos. Si supieran... Óscar ha visto a muchos de sus contemporáneos y amigos morir por la depresión que provoca la discapacidad). 

¿Cuál ha sido tu campaña personal para contrarrestar esto?
He hablado con David Reyes, el diputado que está en silla de ruedas y que tiene que ver con las personas con discapacidad, supuestamente, pero no sé nada.

¿Y cómo llegaste a él?
Soy su amigo, yo tengo 41 años de ser discapacitado, o sea, limitado físico.

¿Y juega básquet?
No, él nunca practicó ningún deporte, a él lo que le gusta es eso de irse por el cable…

¿Canopy?
Sí, el practica el canopy.

Pero para subir ahí es complicado.
Sí, pero como la que él tiene es una limitación congénita, es decir, nació así, se manipula muy bien, como Nick. ¿Sabes quién es Nick? Este australiano que nació sin brazos y sin piernas y que hace poco vino a dar unas charlas de motivación. Es como él, que nacieron así y no conocen otro mundo más que ese. Por ejemplo, Nick solo tiene su dedo gordo y el tronco, pero él escribe 42 palabras por minuto en el teclado. Es millonario, está en bienes raíces, tiene una casa con piscina y todo…

"Hace 41 años", relata Óscar, al referirse a aquella vez que llegó al Café de Don Pedro. Escuchó el chasquido de una pistola y luego vio el fogonazo...

(Hasta ahora no tenemos muy claro cómo es que Óscar llegó a una silla de ruedas. Sabemos que se trata de que una bala le cambió la vida, pero queremos retroceder el tiempo y revivir una noche de fiesta en San Salvador). 

Quiero pedirte que nos contés: ¿qué te pasó?
Bueno, mirá, estamos en un país que siempre ha sido bastante violento. En 1970, hace 41 años, yo tenía 17 años de edad, estaba cursando mi último año de bachillerato y estaba estudiando en San Miguel, de donde soy originario. Pero cuando yo me accidenté estaba en San Salvador, yo estaba en el Café de Don Pedro, el que está aquí en la Alameda Roosevelt. A mí me gustaba mucho llegar a esos lugares porque había muchas armas. Siempre ha sido así acá en El Salvador, la gente anda armada. En San Miguel, me recuerdo que hasta yo andaba armado.

¿Sí?
Claro, hubo un tiempo en mi vida en el que yo andaba armado. Después de mi accidente, yo andaba armado y antes, también. Gracias a Dios el día de mi accidente yo no andaba armado, sino otra cosa hubiera sido, pero bendito Dios que no.

Andabas una pistola 9 milímetros. ¿Cómo la habías conseguido?
Como en aquel tiempo no había tanto control de armas, cualquier persona podía andar con armas, no necesitabas licencia. Nosotros, como trabajábamos el campo de la agricultura, teníamos que andar armados porque corríamos el riesgo de que el campesino nos podía atacar los días que llegábamos a pagar. Llegábamos con grandes cantidades de dinero para las planillas de los campesinos que trabajaban en nuestra algodonera. Entonces, tenías que llegar armado. A veces llegábamos con una pareja de policías para más protección, porque el día de pago los campesinos solían tomar y andaban locos.

Quiero hacerte una pregunta antes que se me escape. ¿Qué pensás de las armas ahora? Te gustaban pero terminaron cambiándote la vida.
Me gustan, a mí me gustan las armas. Pero tienen doble filo, porque quitarle la vida a alguien... ¡ey! no es tan fácil, no es como matar una hormiga. A mí me gustan las armas como deporte. Con mi edad, ya no estoy para estar jugando basquetbol en silla de ruedas, ni tenis a nivel competitivo, pero sí puedo estar tirando con pistola de aire. Si tengo puntería voy a estar ganando medallas, lo mismo que con arco y flecha. 

O sea, ¿vos no vas a andar con bandera blanca pujando por el desarme de la población o porque la gente se deshaga de las armas, cero pistolas y cosas así?   
No, no, porque desgraciadamente donde yo trabajo llega mucha gente por problemas con armas de fuego. Hasta cierto punto es necesario que tengás un arma para poder defenderte.

No entiendo. Lo acabas de decir también tú, otro cuento hubiera sido si tú hubieses andado un arma.
Sí, porque yo habría respondido por instinto.

Y estarías en la cárcel, me imagino, o muerto.
Sí, el instinto, exacto… O estaría muerto.

Por eso, ¿cómo es que decís que es necesario defenderse?
Sí. Así como está la situación ahora, sí porque estamos peor que antes. Cuando me pasó a mí, no había maras, en ese entonces era delincuencia común, era raro oír que había un muerto. Ahora… ¿entiendes? Todo es relativo.

El hombre que disparó el arma que lo dejó parapléjico estuvo preso un tiempo, pero ahora anda libre.

(Con Óscar es fácil hablar de todo un poco, es un tipo experimentado y con un criterio sólido en todo lo que se refiere a la discapacidad. Más adelante, no dudará en dejar clara su postura sobre la política de atención a los discapacitados en el país. Por ahora, volvemos al día del accidente). 

Entonces… ¿habías estado en una fiesta? 
Esa noche había venido a una fiesta en San Salvador. Eran fiestas de gaseosas y cositas así. Esa noche, después de la fiesta, llegamos en cinco carros al Café de Don Pedro, sobre la Alameda Roosevelt. El carro en el que yo iba era un Peugeot, era de un amigo. Yo iba del lado izquierdo, pero me pasé hasta el lado derecho y me senté porque ahí estaba la muchacha con la que había estado bailando en la fiesta. Seguimos platicando, y en eso se parqueó otro carro al lado. Como yo estaba platicando con mi amiga, no tomé la atención a lo que estaba pasando a mi lado.

O sea, no estabas platicando, ja, ja, ja.
Ja, ja, ja. Estaba teniendo una muy buena plática. Entonces cuando sentí, el carro se movió. Como a unos cinco metros, se detuvo, abrió la puerta, un tipo sacó las piernas y yo oí que cargaron un arma. Como yo estaba relacionado con armas, entonces distinguí inmediatamente lo que fue el “chic-chic”, el chasquido de la pistola. Cuando yo oí el chasquido dije “¡oh!, esto no me gusta”. Cuando lo oí por segunda vez, volteé a ver al punto de donde venía el sonido y como era de noche solo vi el fogonazo. La bala de la 9 milímetros pegó en la puerta del carro, atravesó la puerta del carro, penetró el costado derecho mío, atravesó el pulmón derecho, dañó la médula y se incrustó en el pulmón izquierdo. Inmediatamente, quedé parapléjico. De la cuarta vértebra dorsal hacia abajo yo no siento ni muevo nada. Abajo de las tetitas yo no siento nada.

¿Sentiste el balazo?
No se siente. Lo que pasó fue que a mí el impacto me levantó del asiento. Cuando volví a caer en el asiento yo había perdido mis abdominales por el nivel de lesión en la médula. Me fui de lado. Me sentí pegado y les dije a mis amigos: “¡Ey, me pegaron!” "N'ombre, Tato, no bromeés así", me dijeron. Yo sabía que me habían pegado porque sentí mi respiración corta debido a que tenía los dos pulmones dañados. Entonces, cuando caí, un amigo fue a dar la vuelta y me vio que estaba lleno de sangre. Inmediatamente me tocó las piernas y me preguntó si las sentía, le dije que no. Acababa de cumplir 17 años.

Vaya, en ese momento, ¿cuál fue la reacción? ¿Ni salieron del carro y se fueron al hospital?
No salimos del carro. Un amigo se le quiso tirar encima a quien disparó, pero lo detuvieron porque el hombre tenía la pistola en la mano todavía. De ahí del Don Pedro, después que yo dijera que no sentía las piernas, me llevaron al hospital.

¿Y el tirador?
Él se quedó ahí y luego se fue. Andaba acompañado.

¿Nunca supiste de él?
Cómo no. Inmediatamente hubo orden de captura. Ahora, yo soy el menor de seis hijos. Somos tres varones y tres hembras. Mis otros dos hermanos varones, siendo yo el menor de la familia, anduvieron como perros detrás de él. Como había orden de captura, cerraron fronteras y lo capturaron a los dos meses y medio porque alguien había anotado las placas del carro en el que andaba. Para el día de la detención, yo ya estaba en Estados Unidos, ya estaba en el centro de rehabilitación.

¿Quién resultó que era el tirador?
Era un ciudadano común y corriente y que era una persona violenta. El día que lo juzgaron por lo que a mí me hizo, lo estaban juzgando también porque le había pegado una paliza a una dama que tenía, le pegó una vez mientras estaba borracho, ella perdió el bebé y perdió un oído. Por ese delito lo absolvieron y solo lo acusaron por lo que me había hecho a mí. Tuvo una pena de siete años de cárcel más la obligación de pagar una indemnización, pero el muy vivo no nos dio nada. Solo purgó cuatro años por buena conducta y por cambios en el código penal. Él anda felizmente por ahí, y yo quedé para toda la vida en silla de ruedas.

El accidente entonces ocurrió y bueno...
Yo me fui a Estados Unidos, al tiempo regresé.

¿Y tu familia ahora?
Mi familia está toda en Estados Unidos, hemos tenido una hermana que se fue muchos años atrás, yo tenía un año cuando ella se fue. Tengo 57 ahorita. Ella tiene 56 años de vivir allá. Ella fue la que poco a poco nos estuvo mandando a traer. Yo soy ciudadano americano y eso me conviene. No por decir que soy ciudadano, sino por los beneficios que voy a tener. Puedo pensionar acá o me puedo pensionar allá. Me voy a cualquier parte del mundo y allí me va a llegar el cheque. Puedo llegar a Estados Unidos y aplicar a un empleo federal, con el gobierno.

Si alguien puede llevar en El Salvador el título de "el rehabilitador", ese tiene que ser Óscar Vargas. Acumula décadas de trabajar con discapacitados.

¿Qué tan fácil es para un discapacitado conseguir trabajo en Estados Unidos?
En general, el sueño americano terminó en los 70. ¿Por qué crees que siendo ciudadano de Estados Unidos yo estoy en El Salvador? Si estuviera en Estados Unidos yo tuviera medicina gratis, todo gratis, buena medicina, me entiendes. Estuviera jugando básquet, o tenis; tuviera mi propio patrocinador.

Mi pregunta es para que hagás una comparación con la ley de equiparación de oportunidades para las personas con discapacidades…
La ley de equiparación de oportunidades es ¡paja!

Ja, Ja, ja. Muy clarito lo decís. 
Es que es paja. Me llamo Óscar Vargas. ¿Quieren mi dui? Ni siquiera en el ISRI se cumple eso, que es la madre de la rehabilitación.

¿Y en Estados Unidos es igual? 
El sistema es muy diferente. En Estados Unidos el discapacitado tiene la prioridad en todo. Si tú te parqueas en el parqueo de discapacitados te cae la multa más grave que hay, de 500 dólares. Si reincides te pueden meter a la cárcel, solo por estacionarte. Aquí me pusieron una esquela porque bloqueé a dos personas que estaban en área de discapacitados que no eran discapacitados y ellos llamaron a la policía y me pusieron la esquela a mí, yo que andaba con mi placa de discapacitado.

¿¡En serio!?
Como no soy ningún sencillo me fui a meter a la ex Secretaría Nacional de la Familia, de Arena, me devolvieron los 60 dólares que pagué por esa multa. El Consejo Nacional para la Atención Integral de la Persona con Discapacidad (Conaipd) existe, ¡pero es paja! Se supone que sirve para ayudar al discapacitado pero no le pueden dar paja a alguien que ha estado en otro país con un sistema más avanzado. Aquí al que está rehabilitado el familiar le toca irlo a traer y chinearlo para subirlo al carro, eso no es estar rehabilitado. Así te puedo contar muchas anécdotas.

¿Vos volviste como licenciado en educación física adaptada?
Técnico en deporte adaptado. Volví ya para finales de la guerra, en el 89, 90. Me casé en Estados Unidos, pase dos años y medio casado y me divorcié porque ella quería que yo caminara.

¿Cómo es eso? Ja, ja, ja.
¿No tienen vídeo?  

Ja, ja, ¿qué pedía ella?
Eso, imagínate. Pero es que hay muchas anécdotas que le suceden a una persona con discapacidad. No es fácil cuando tienes que ir al baño… tienes que andar con una sonda para poder orinar. También es difícil ver tus piernas y no sentirlas, o hablarle a una mujer y que te humille. Mi novia, cuando me pasó el accidente, se fue. Es muy común. ¿Sabés la recompensa que Dios me ha dado? Es mi hijo, brother.

¿No fue con tu mujer de Estados Unidos? 
Fue con una mujer acá.

Solo para aclarar, ¿cómo es que tu mujer quería que caminaras?
Estoy hablando de la de Estados Unidos, estoy casado dos veces y divorciado dos veces, ja, Ja, ja. La primera era la que quería que caminara, la segunda era fisioterapista y salió peor, la cabrona, ja, Ja, ja.

¿Esa, la primera, no te terminó de aceptar? 
Nooo, ella me decía: “Andá al hospital a ver qué te dicen”. Yo le decía que ya había pasado esa etapa de la rehabilitación, pero me dijeron que no. Pero ella insistía y me decía que tratara de nuevo a ver qué me pasaba. Ok. Para que me dejara de estar chingando, hablé al hospital, y fui. Llegué al hospital y ya no me pusieron los aparatos que te ponen cuando comenzás el proceso de rehabilitación. Depende del nivel de lesión es que te dan un aparato para que tú lo puedas dominar. Pero es paja que vas a caminar cuando uno tiene una lesión en la médula. Porque cada paso que doy yo, gasto la energía que tú gastas en 20. Así que si yo quiero caminar, solo Dios. Solo un milagro. Ahí tienen a Christopher Reeve, Superman, se murió, teniendo un equipo multidisciplinario 24 horas al día.

¿Y tu mujer no entendía eso?
No lo entendía. Me llevaron al departamento científico del hospital, cosa que aquí no existe ni va a existir, y me hicieron una prueba física como la que le hicieron a Fábregas, el jugador del Barcelona, antes de entrar al equipo, y me pusieron a pedalear con mascarilla, y todo. La computadora dio el resultado, la computadora tenía que dar al menos 20, y yo estaba en 7, no clasificaba para poder andar con aparatos. La conclusión era que yo tenía que estar en silla de ruedas para el resto de mi vida, eso es lo que ella no comprendía. Yo sí lo acepté, men, desde mucho antes, sino no estuviera como estoy.  

Dice el diccionario que caminar es andar, no dice que es andar sobre dos piernas. ¿Qué son tus piernas para vos? 
Este par de piernas ahí andan conmigo, no me sirven para nada, para una buena presentación sí, porque estoy entero. No es como un amputado. Hay ventajas y desventajas. El amputado siente que tiene un pedazo de cuerpo pero no lo tiene, pero una ventaja es que cuando va a orinar, puede retener. En cambio yo, cuando mi vejiga dice a orinar, se pone a orinar, no me va a esperar para ir al baño. Tú, por ejemplo, puedes aguantar las ganas de ir al baño por una hora.

¿Y vos cómo hacés para ir al baño?
Es que donde me rehabilité, me rehabilité bien la vejiga y el intestino. Tengo que hacerme un masaje para poder hacer mis necesidades y cuando estoy a punto de orinar, el cuerpo me da una seña: yo me pongo erizo. Entonces, ya sé que tengo que ir al baño, pero solo me da de 30 –fíjate bien- de 30 a 45 segundos para llegar al baño, sentarme en la taza y poder orinar.

¿Y si pasa más de ese tiempo?
Yo me orino. Puedo estar platicando contigo y aquí me quedo todo mojado.

¿Te ha pasado?
En una entrevista de trabajo estaba mal del estómago y sentí el erizo. Voy a orinar, oriné y de repente sentí el retorcijón y me hice pupú en una entrevista de trabajo.

¿Aquí o allá?
Aquí, ahí en el Hospital Militar, por cierto.

¿No se dieron cuenta?
No se dieron cuenta. Y me dieron el trabajo. No es fácil… no es fácil.

Óscar estuvo casado dos veces y se divorció dos veces. Su segunda esposa, una fisioterapista, resultó ser "peor" que la primera, dice.

(Ahora comprendemos por qué antes de que comenzara la entrevista, Óscar fue enfático en pedir que hiciéramos la entrevista en la primera planta de Viva Espresso. No lo culpamos. Solo por si acaso, hemos dado un reojo a ver si el camino está despejado, en caso de que el capuchino tenga ganas de salir. Y hablando de temas biológicos, la siguiente pregunta resultaba inevitable). 

¿Para tener relaciones sexuales usas alguna pastillita? 
Todo depende del nivel de lesión.

No sentís nada.
No,  pero hay diferentes clases de parálisis: la espástica y la flácida. La espástica es que hay movimientos involuntarios en las piernas, y la flácida es que no hay nada. Cuando hay erección en una persona con discapacidad es una persona con espasticidad, no hay necesidad tanto de la pastillita. Pero como todo ser humano, al llegar a cierta edad…

(Estamos un poco incómodos viendo cómo desde el inicio de la conversación, Óscar debe sujetarse de la mesa para evitar que su silla de ruedas lo lleve hacia atrás. El piso no es del todo horizontal y su inclinación se empeña en alejarnos de nuestro entrevistado. Al enésimo agarrón de mesa, le proponemos colocar una especie de cuña a la silla).

¿Querés que te pongamos algo atrás de la silla?
No, está bien, está bien, ya es costumbre. Les estaba diciendo que tengo sentimientos, ¿entiendes?

Queda comprobado que es la mente el verdadero poder sexual, ja, ja.
Todo está en la mente. ¿Quién descubrió los hoyos negros del universo?

¿Quién?
Stephen Hawking. ¿Y quién es Hawking? ¿Tú lo has visto? Una persona con parálisis cerebral que está aventada en una silla de ruedas, que no puede ni hablar. La computadora habla por él, anda una computadora en su silla y la tiene programada para poder hablar. Es un científico, una persona con discapacidad pero yo no le veo la discapacidad.

No…
O bueno, sí se la veo porque está en la silla, pero… ¡puta, qué capacidad de hombre, man! Y así te puedo mencionar mucha gente, un gran amigo mío, Randy Snow, número uno del mundo en tenis de silla de ruedas, el único que lo han incluido en el salón de la fama siendo discapacitado, en Estados Unidos, porque triunfó en las paraolimpiadas de Atlanta.

Vos regresaste al país cuando estaba terminando la guerra y trabajaste en el Hospital Militar...
Esa parte fue un poco difícil porque las personas a ser atendidas además de venir con la lesión medular venían con un trauma de guerra. Se sentían machos que el papá, que podía soportar cualquier cosa. Varios, en los dos años que yo trabajé ahí, murieron y murieron porque no se cuidaban. Yo los traté de orientar lo más que pude, hacerles ver la importancia que era el guardar reposo para poder curarse de una escara y no les importaba.

¿Qué es una escara?
Es cuando las células se mueren, cuando la sangre no circula bien. Hay puntos de presión, yo ando un colchón siempre acá y tengo que hacer (Óscar se sujeta de los respaldos para los brazos y se levanta)… Es todo por lo que tenemos que pasar los discapacitados, tengo que estar levantándome para quitar el punto de presión, si no, la sangre no circula, se pudre, se te hace una escara, una llaga, te llega al hueso, te da un paro cardíaco y te morís. Hay dos razones de muerte en la persona con lesión medular: la primera son las escaras, la segunda es la insuficiencia renal porque, como te decía, no se puede retener la orina, no sé cuanta cantidad orino, tengo que estar midiendo la cantidad que ingiero para ver cuánto yo saco. La orina no tiene que pasar en el cuerpo más de siete horas, si pasa más de siete horas empieza a desarrollar bacterias y es donde vienen las infecciones en las vías urinarias. Si la vejiga no encuentra cómo sacar la orina, están los uréteres, que salen de la vejiga hacia el riñón. Ahí viene la insuficiencia renal.

Entonces, ¿la gente con discapacidad se muere por descuido?
Por descuido. No han sido bien orientados, tenés que ser disciplinado, si tú no eres disciplinado y quedas con una lesión medular te vas a volver disciplinado. Yo tenía que cada cuatro horas meterme la sonda y sacarme la orina y tenía que estar pendiente del reloj. A las cuatro horas iba a sacarme la orina y meterme la sonda en el pipisito. Pasé así por un tiempo, son procesos para llegar a rehabilitar la vejiga.

Pensando en ese trabajo que tenías en el hospital: debió ser durísimo porque los que tenías debieron ser niños o adolescentes…
Eran adolescentes y ahí no tenía que hacer no solo el trabajo del terapista sino que el del de sicólogo también. Muchos inclusive en el ISRI no van donde el sicólogo o la sicóloga porque creen que es inútil.

¿Qué te decían los soldados lisiados, heridos?
Que ellos eran comandos, ellos eran lo máximo. Creían que era lo máximo estar peleando en una guerra. Y el hecho es que no aceptaban que ya no iban a volver a caminar, eso es pelear contra la corriente y la clave es ir con la corriente. El que va contra la corriente es el salmón y cuando llega a su destino muere.

¿Por qué dejaste ese trabajo?
Porque me ofrecieron el otro en el ISRI, yo dejé de trabajar en el Hospital Militar el 31 de enero y el 1 de febrero ya estaba trabajando en el ISRI.

¿Cuánto tiempo llevabas?
18 años.

Has visto crecer a muchos…
Dos niños que ahora tienen 10 años, desde pequeños los agarré. Les empecé a tirar la pelota de tenis, ahora ya están federados, en la Federación Salvadoreña de Tenis, ya fueron al primer campamento a Los Ángeles, ya participaron en el primer torneo internacional aquí en El Salvador, ya están ranqueados a nivel internacional por la ITF. Tengo otro pupilo en básket.

¿Has vuelto al Café de Don Pedro?
Sí, he vuelto al drive inn Don Pedro varias veces, acompañado, por cierto. La primera vez no dejé de sentir algo raro, después no.

¿Tu trabajo en el Hospital Militar fue el primero que tuviste aquí?
Ujum.

Ya cuando habían pasado unas tres semanas de la lesión de cada paciente o no sé si…
No, cuando yo estuve en el Hospital Militar todavía había guerra. “¡Hay viene el pájaro!”, decían los enfermeros. Era el código rojo. Despejaban todo y había que esperar en el gimnasio nacional a que aterrizara el helicóptero para luego echar a los chamacos a los pick ups para llevarlos amputados, lesionados modulares, ciegos, sangrando, otros muriendo, dándoles masajes en el corazón.

¿Y vos podías?
No, yo miraba a los enfermeros que venían ahí, yo lo que hacía era una orientación ya cuando salían de su fase crítica.

¿Te sentías cómodo con el casete anticomunista que había en el hospital, ese ambiente castrense?
Me sentía ajeno totalmente, yo era alguien que estaba ayudándole a otra persona. Igual me hubiera dado si hubiera estado del otro bando. Yo hice un anuncio de Arena, y me pagaron por hacer el anuncio, cuando la Jacir de Lovo se tiró para alcaldesa.

¿Salías con ella en el comercial?
Yo salía jugando básquetbol y decía que no me iba a detener un rayo, como incitando a la gente a que fuera a votar, y por último yo daba vuelta, daba mi cara a la cámara, y decía “pero vote por Arena”. Me creó problemas en mi trabajo, me rayaban mi carro, me ponían calcamonías del Frente en mi carro.

También lo hubieras hecho para el Frente.
Si me pagaban, ¿por qué no? Esa vez no tenía nada en la refrigeradora para darle a mi hijo, me dieron 600 dólares. Yo dije: ¡Hey, vámonos papito, vamos a llenar la refrigeradora!

Como deportista, vos iniciaste el básquetbol en silla de ruedas.
Ajá.

¿Hasta dónde te ha llevado el deporte?
A ser campeón centroamericano, por varias ediciones, no solo una vez. Hasta ahora que ya todos los de mi época, ya todos nos hemos retirado, es que comenzamos a perder a nivel centroamericano, pero en la época en que nosotros estuvimos no nos paraban. Éramos el Barcelona de hoy.

¿En qué tiempo éramos los reyes en Centroamérica?
En los 90. En los 2000 también. En los 90 trajimos a Cuba aquí. Les ganamos por dos puntos.

¡Uf!
En Venezuela jugamos con Cuba también, les ganamos por 18 puntos esa vez. El que estuvo cerrado fue el de aquí.

¿Y a qué países has ido?
Casi toda Latinoamérica. Centroamérica, Estados Unidos, Canadá, México.

¿La competencia más grande ha sido el Panamericano?
Ujum, eso es lo máximo en lo que yo he estado, no he podido optar a un paraolímpico, que habría sido lo máximo.

(Queremos preguntar más cosas sobre el deporte, sobre por qué nunca logró hacerse el camino a competencias de más grande envergadura, de quiénes son sus atletas favoritos… pero Óscar quiere dejar algo muy muy claro).

Mira, y en cuanto a…
... Ustedes me preguntaron en cuanto a la sexualidad, y quiero que quede claro: eh, podemos hacer. Podemos hacer lo que sea.

Que quede claro…

(De nuevo, Óscar se acerca a la grabadora y grita).

¡Que quede claro! Tengo un hijo de 18 años, primer año de economía en la UCA. ¿Ves?

Quedó claro porque tu lesión, entonces, es espástica.
Así es.

Vos vivís con tu hijo.
De hecho, yo vivo a mi hijo, lo vivo a él y lo mantengo. La procuraduría me quita 100 dólares mensuales, y lo quiero como no tenés idea, y él me quiere como no tenés idea.

¿La mamá?
No hay muy buena comunicación.

¿Es la que dijiste que salió peor?
Salió peor porque me dijo que yo ya estaba rehabilitado y que por consiguiente no tenía que cocinarme, ni plancharme mi ropa, ni lavarme mi ropa, cuando yo tal vez había andado trabajando. Habíamos vivido juntos, yo decidí a los seis años de estar viviendo juntos, casarnos. Tal vez cambiaban las cosas viviendo juntos, más que todo por el niño, pero las cosas siguieron igual y decidí divorciarme y me divorcié. Ahora vivo con ellos, estamos bajo el mismo techo, ella en un cuarto…

¿De qué trabajabas?
En un tiempo tuve dos trabajos. Trabajaba en el Hospital Militar y al salir iba a trabajar al Canal 12, era operador del VTR. Cerraba transmisión en el canal 12.

¿Conoció al presidente, entonces?
Cuando era Koky Zedán sí, Jorge Zedán. Él es amigo de la familia.

Nos referimos a Mauricio Funes.
Mauricio, yo lo conocí ahí. Mi opinión muy personal es que lo vi un tipo petulante, y no es por ahora, no es por nada… Eso fue cuando tenía la Entrevista Al Día, en ese entonces.

¿Cómo era la relación?
Entraba a la cabina y él no te saludaba. Ni veía, ni hablaba y se iba a su puesto. Yo en el 12 aprendí a ser operador de VTR. Llegué ahí por la amistad con Zedán.

Como papá, ¿creés que hay una diferencia entre ser un papá con silla de ruedas y uno que no ande en silla de ruedas, más allá de lo obvio?
Sí.

¿Cuál es?
No poder disfrutar de muchas cosas con tu hijo, tenés que hacer que se adapte a mis limitantes, no podés jugar fútbol, no podés irte a bañar con él cuando está pequeño, ¿me entiendes?

¿Qué le dirías a alguien que se acaba de quedar parapléjico para el resto de su vida? ¿Qué le dices? Eso te lo encuentras todos los días en tu trabajo.
Que le eche para adelante, nunca para atrás ni para agarrar impulso. La discapacidad está en la mente, está en uno, lo demás son herramientas que Dios te ha dado para poder sobrevivir, pero lo principal es la mente. Que le ponga mucho interés en la rehabilitación, y que si puede hacer un deporte, que lo haga, que eso le va a hacer más independiente. Acepte su limitación y siga adelante, y que trate de vivir la vida lo más normalmente posible.

Nos has contado muchas cosas de tu vida. Si uno pudiera evaluar su vida, y 10 fuera ser muy afortunado y cero muy desgraciado, ¿cuánto te ponés?
¿A mi vida? 10. 10.

Óscar tiene un hijo que ya estudia en la universidad.