No hay mal que dure cien años
<p>Por la noche me despedí de mi madre, en ese entonces de 95 años, a quien le conté una verdad a medias. Salí de mi casa por la madrugada, con una maleta y una mochila. Me parecía suficiente, ya que en ese momento pensé que estaría fuera por un tiempo muy corto.</p>
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Salí del país el 3 de marzo de 2023, tres días después de que el juez Jimmy Bremer, a petición de la fiscal del Ministerio Público Cinthia Monterroso, durante una audiencia en el caso del expresidente de elPeriódico, Jose Rubén Zamora, ordenó que se iniciara proceso penal en contra de seis periodistas y dos columnistas del medio, incluyéndome, por el supuesto delito de obstrucción a la justicia contemplado en la Ley Contra el Crimen Organizado.
Lo anterior ocurrió en una audiencia celebrada por el segundo caso montado contra Zamora, encarcelado el 29 de julio de 2022, a quien se le acusa de supuesta conspiración para la obstrucción de la justicia.
Un día después de la resolución, sostuve una reunión con entidades de derechos humanos que me brindaron ayuda para abandonar el país de forma urgente. Al segundo día ya tenía un boleto aéreo.
No tuve tiempo para pensar mucho. Durante el día me preocupé por hacer el súper y otros trámites legales de urgencia. Por la noche me despedí de mi madre, en ese entonces de 95 años, a quien le conté una verdad a medias.
Le dije que por seguridad me iría a vivir a Quetzaltenango, la segunda ciudad de Guatemala. Aún me resuenan sus palabras: “tenés razón, esos desgraciados son capaces de todo, aquí ya no hay ley”, me dijo entre sollozos.
A los pocos días, quizás por el dolor de saber que no me volvería a ver pronto, mi madre dejó de reconocerme. Ahora, cuando la contacto por videollamada, me confunde con su hermana Margarita, desaparecida hace muchos años. Y tal vez sea mejor así para ella.
Salí de mi casa por la madrugada, con una maleta y una mochila. Me parecía suficiente, ya que en ese momento pensé que estaría fuera por un tiempo muy corto, mientras pasaba la emergencia.
Sin embargo, me asusté mucho cuando pasé por Migración, antes de abordar el avión. Mi último recuerdo esa madrugada del 3 de marzo fue cuando vi las luces de las casas que se hacían más chiquitas cada vez que subía el avión. Me despedí de mi bella tierra con mucha nostalgia; era tal vez un presentimiento de una ausencia involuntaria y prolongada, de la cual no tenía plena conciencia en ese momento.
Cuando llegué al albergue me sentí apoyada, aunque la soledad de haber dejado a mi familia, incluyendo a mis dos hijas adolescentes, pesaba mucho. Recuerdo que nos explicaron que me brindarían refugio por un mes, pero podría prorrogarse por dos meses más, en caso de que las condiciones de inseguridad no variaran.
Sonreí. Pensé que exageraban. “Yo no puedo pasar más de un mes afuera”, me dije muy confiada. Pero transcurrió el primer mes y nada cambió. Frustrada, decidí pedir la prórroga de ayuda por dos meses más.
Fue bueno seguir conectada con Guatemala. Ramón Zamora, hijo de Jose Rubén, se negaba a rendirse luego de la captura de su padre. Contra viento y marea armó un pequeño grupo para que conformáramos elPeriódico digital, luego del cierre del medio escrito en noviembre de ese mismo año. Me preguntó si a pesar de las adversidades estaba dispuesta a seguir luchando por recuperar la democracia en el país, y sin pensarlo dos veces le dije que asumía el reto de continuar con la dirección de elPeriódico en honor a su querido, valiente y honorable padre, quien, a pesar de amenazas, persecuciones, intento de asesinato y la prisión que enfrenta actualmente, ha luchado hasta el final contra actos de corrupción cometidos durante los diferentes gobiernos, en especial el de Alejandro Giammattei.
Acosos y amenazas continuas de los netcenter en contra nuestra eran el pan de cada día. En mayo de 2023 la situación ya era insostenible. Ramón también fue obligado a salir del país, luego del intento de la Fiscalía que pretendía dictar captura en contra de él y de su madre, Minayú. La cacería no había concluido.El 15 de mayo de 2023 nos despedimos finalmente de los lectores, luego del acoso penal y la amenaza en contra de los anunciantes para que no pautaran más en elPeriódico.
Esa noche, después de que cerramos la última edición, sentí realmente la soledad y finalmente acepté que me encontraba en el exilio. Fue entonces cuando hice un rápido recuento, en una de esas tantas noches de insomnio: a finales de mayo se vencía la prórroga para permanecer en el refugio temporal, no tenía dinero, solo me quedaba algo de una ayuda económica que un grupo de generosas amigas recaudaron un día antes de mi salida en marzo. Pesaban obligaciones económicas en mi hogar, estaba desempleada y pronto no tendría un lugar para vivir.
Sentía el desconsuelo de la injusta persecución penal en mi contra, la cual nunca ha tenido razón de ser. Luego recibí apoyo de organizaciones, periodistas y de un estimado excolumnista de elPeriódico.
Hoy, tras más de dos años de estar fuera, aprendí a convivir con la soledad y a afrontar los retos que han venido después de que fui forzada a salir de Guatemala.
Cuando Bernardo Arévalo obtuvo la presidencia en 2023, una ventanita de esperanza se abrió para mí y para otros guatemaltecos de mi entorno. Pensé que podría retornar en poco tiempo, pero las huestes de la fiscal Consuelo Porras lograron un pacto de corruptos con diputados, jueces y magistrados para evitar a toda costa que el gobierno pudiera desempeñarse con normalidad.
Y aquí continúo. Formo parte del valiente equipo de eP Investiga, un medio en el que, a pesar del acoso, luchamos por actuar con irreverencia ante el abuso de poder y hechos de corrupción. A pesar de las dificultades, durante más de un año nos hemos negado a rendirnos; no pierdo la esperanza de regresar a mi país. Y aunque Guatemala sigue cooptada por la corrupción que galopa sin cesar, pienso en el famoso dicho: no hay mal que dure cien años…
*Periodista guatemalteca de eP Investiga, exiliada desde 2023 por la persecución del sistema de justicia