Una triste edición
<p>Esta tercera edición de la revista de El Faro Mensual la hemos producido en el momento más difícil de toda la historia de El Faro.</p>
Óscar Martínez
Esta tercera edición de la revista de El Faro Mensual la hemos producido en el momento más difícil de toda la historia de El Faro.
Y no es decir poco: en 27 años hemos sobrevivido a amenazas de muerte de un cártel, de pandillas, de gobiernos de todo signo político, a auditorías maliciosas de Hacienda, intentos de ataque de parte de grupos policiales que nos buscaron en nuestras casas, amenazas digitales de bomba, espionaje, acoso y a decenas de acusaciones de funcionarios públicos por delitos que nunca cometimos.
Cuando lanzamos la revista el pasado 1 de mayo lo hicimos para ofrecerles periodismo de mayor profundidad, más reposado, que respondiera a preguntas que escaparan de la velocidad con que la dictadura salvadoreña impone su agenda autoritaria, formuladas bajo una mirada más panorámica, menos inmediata. Lo hicimos en el primer número, donde la portada fueron las entrevistas a los dos líderes pandilleros que escaparon del régimen de Bukele con la ayuda del Gobierno de Bukele. Y aquello cambió el destino de este periódico, conminando a varios a un exilio que se insinúa prolongado.
Ahora que escribo, puedo decirlo con contundencia: esta tercera edición que les entregamos ha sido producida por un periódico en el exilio.
Han sido días tristes para todos nosotros. Estamos imaginándonos otra vida que ya antes habíamos atisbado y discutido en varias reuniones internas, pero esto del exilio es una condena que, al menos en sus primeros meses, solo se asume en presente. Día a día aparecen nuevas sombras: miedos familiares, trámites burocráticos, crisis financieras, un sostenido insomnio y una permanente congestión mental.
Pero, sin ánimos de forzar positivismo alguno, encuentro una reivindicación en presentarles esta edición: estamos fuera porque la dictadura no toleró ni el primer número de esta revista. Estamos fuera porque cuando hicimos periodismo más profundo el dictador rabió. Estamos fuera porque ejecutamos con orgullo uno de nuestros verbos favoritos: revelar. Estamos como estamos, desperdigados y exhaustos, porque somos incómodos para la dictadura de Bukele. Y, desde donde estamos, no pretendemos dejar de serlo.
Este número está dedicado a la ola de exilio reciente, donde al menos 40 periodistas, según la Asociación de Periodistas de El Salvador, se vieron forzados a salir del país en unas semanas, junto a un número aún incalculable de defensores de derechos humanos. Salieron tras tener noticia de órdenes de captura, ver policías merodear sus casas o recibir información de fuentes confiables de que esa noche irían por ellos.
En portada les presentamos una crónica íntima de nuestra experiencia, que escribí junto a Carlos Martínez, pero solo para reflejar una vivencia colectiva que va mucho más allá de los miembros de El Faro. Escribimos asumiéndonos parte de este triste momento histórico, pero bajo una lógica periodística que es parte del ADN del periódico: la vivencia propia solo sirve si refleja rasgos de una sociedad, si refleja la vivencia de otros.
En medio de su propia angustia, nuestro recién ganador del World Press Photo, Carlos Barrera, sacó su cámara y compuso una fotogalería con los retazos de este exilio incipiente, para dejar registro de cómo se ve esta arista de la dictadura que padecemos: el exilio y sus maletas mínimas, sus sombras y sus ojeras.
En un acto de reconocer que el exilio ha abundado en el gremio y que nosotros no somos los primeros ni seremos los últimos, pedimos a colegas de Cuba, Chile, Guatemala, Nicaragua y Guinea Ecuatorial que respondieran en ensayos breves una pregunta que marca un momento que los salvadoreños aún no tenemos del todo claro: ¿Cuándo asumiste que eras exiliado?
Nuestro director, Carlos Dada, en su pódcast Malas Compañías conversa con el escritor salvadoreño más importante de la actualidad y desde hace muchos años: Horacio Castellanos Moya, que conoce y ha escrito sobre una sociedad como la salvadoreña, tan poco democrática, tan fácil de engañar con las muecas del autoritarismo.
Carlos Martínez, en su columna de audio Cuervo Ingenuo, dedica sus palabras a los periodistas que lo han rodeado en su propio exilio y que lograron emocionarlo con su forma de asumir el yugo histórico que padecen.
Para esta edición, en la sección El Archivo de El Faro, justamente recuperamos una pieza de este mismo autor, publicada en 2013 y titulada “Nosotros ardimos en la buseta”, y que relata a detalle un inolvidable crimen cometido por la pandilla Barrio 18, cuando quemaron y ametrallaron un autobús lleno de pasajeros. Este junio se cumplieron 15 años de esa barbarie de 17 cadáveres que está tatuada en la memoria reciente del país.
Esta edición es triste: habla de lo que no queríamos tener que hablar, otra vez el exilio, otra vez en El Salvador. Pero es también una declaración de principios cuando los principios tienen que declararse, en las más oscuras horas: no vamos a parar. Esto somos, periodistas. Esto hacemos, periodismo. Desde dentro de la dictadura, desde el exilio al que la dictadura nos conmina. Queridos lectores: el silencio no es opción. Al menos, no la nuestra. Nunca lo fue y nunca lo será.