Tanto que decir

Óscar Martínez

En la carta anterior dije que aquella era una triste edición. La primera que producíamos desde el exilio. Esta vez, con esta cuarta edición de El Faro mensual, la segunda que producimos desde el exilio, digo algo diferente, algo que he reafirmado entre la variedad temática que les presentamos: tenemos aún tanto por decir, tanto por revelar, tanto por explicar, tanto por explorar.

Temí, como si el exilio fuera una enfermedad fulminante, que esa condición nos conminara a perder de súbito todas nuestras fuentes, a extinguir de golpe toda la creatividad del medio y también su mirada y su capacidad de seguir revelando lo que ocurre y ha ocurrido en el país al que muchos de nosotros no podemos volver.

Al menos de momento, y lleno de esperanza, puedo decirles que me equivoqué.

Creo que este es el número más variado que les presentamos de esta revista. No solo porque desplegamos todos los formatos que les ofrecemos desde El Faro -video, reportaje, fotogalería, pódcast, opinión, archivo-, sino también porque muchos de nuestros verbos favoritos están en ella: revelar, explicar, explorar, desenmascarar. Y también porque hubo tiempo, otra vez, de voltear a ver a otros temas, a otros colectivos y explorar nuevos rincones.

No es necesario decirlo, pero prefiero hacerlo: la cobertura de la dictadura de Bukele es y seguirá siendo uno de los principales intereses informativos de este periódico. Por eso, el reportaje en video de la portada, realizado por cinco periodistas de El Faro, pone en su lugar -explica- la monumental corrupción de los gobiernos de Bukele que, a pesar del esforzado intento por ocultar la información pública, el periodismo y algunas entidades estatales descubrieron -revelaron-, cuando esas entidades aún no eran instancias al servicio del dictador, claro. En este video ustedes encontrarán un saco de corrupción de al menos 3 mil millones de dólares que involucra a decenas de funcionarios leales a Bukele. Si sus pactos con pandillas ya son debate internacional, la escandalosa corrupción de quien se empoderó bajo el lema “devuelvan lo robado” no termina de dimensionarse. Este es un nuevo intento de poner la rotunda evidencia sobre la mesa.

Hay mucho que explicar, todo apunta a que lo descubierto ni siquiera puede llamarse la punta de un iceberg. Es apenas una puntita visible en la superficie, con una tétrica montaña abajo del agua que aún no alcanzamos a cuantificar.

Lo que sí tenemos cada vez más claro es lo que ocurrió alrededor del pacto de Bukele y las pandillas. A finales de junio pasado, The New York Times reveló unos cables diplomáticos donde la Embajada de Estados Unidos en El Salvador informaba a Washington que el carcelero de Bukele, Osiris Luna, había ofrecido información sobre los acuerdos con los criminales a cambio de que le otorgaran un lujoso asilo. Los funcionarios estadounidenses no se sintieron del todo seducidos y Luna terminó desistiendo. Si los cables ya salieron a la luz, ahora les ofrecemos los detalles de lo que ocurrió en esas reuniones que en ellos se resumen, contados por un exdiplomático estadounidense que estuvo en todas las conversaciones con Luna. Nuestro periodista Carlos Martínez nos ofrece esta exclusiva que termina con una paradoja: los documentos que Luna entregó a los estadounidenses terminaron en manos de El Faro y, tras verificarlos, con ellos publicamos la primera revelación en septiembre de 2020 de que Bukele negociaba con la MS-13 reducción de homicidios y apoyo electoral. Extraños son los caminos del periodismo.

Esta edición es rica en pódcast. Asumiendo que en estos tiempos mucha gente prefiere escuchar el periodismo, volvemos a entregarles dos secciones fijas: la entrevista de nuestro director, Carlos Dada, en su espacio Malas Compañías, donde conversa con la mítica exfiscal guatemalteca Claudia Paz y Paz, que ahora es exiliada y dirige el programa de México y Centroamérica del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL). Paz y Paz, conocida por su discreción a la hora de expresarse en público y por la audacia de sus acciones, acepta en esta conversación hablar sobre su trayectoria y los obstáculos que enfrentó cuando intentó juzgar a genocidas y poderosos operadores políticos, pero también sobre su vida personal y los momentos que la construyeron como una de las más emblemáticas figuras democráticas de la región. Carlos Martínez, en su columna de audio Cuervo Ingenuo, con el sarcasmo que suele ser protagonista de algunos episodios, se sorprende de la capacidad de algunos políticos salvadoreños de darle vuelta a la tortilla con un solo movimiento. Y los periodistas de Contenido Digital nos entregan un pódcast titulado “Una semana en el canal de Bukele”. Se entregaron a la abrumadora tarea de ver una semana de emisiones del “noticiero” propagandístico de la dictadura: 15 emisiones (mañana, mediodía y noche), un total de 22 horas de transmisión oficial. Después, identificaron palabras y narrativas y ausencias y consiguieron un retrato escalofriante de la manera en que ese programa, financiado en buena parte con fondos públicos, endiosa a Bukele. ¿Sabe usted cuántas veces pronunciaron el nombre Nayib Bukele en esas 22 horas?

El periodista Ramiro Guevara y el fotoperiodista Carlos Barrera voltearon a ver a donde no solemos voltear a ver. Guevara investigó dos meses para reconstruir aquella fotografía del 13 de octubre de 2014, cuando un efemelenista Bukele posó tras la bandera LGBTIQ, rodeado de representantes de ese colectivo, luego de prometerles su apoyo, tras prometerles que sería diferente a los demás. El periodista entrevistó a quienes pudo: muchas de esas personas, como es natural, no quisieron hablar por miedo. Y Guevara logró construir un retrato detallado de otra mentira más del político más importante de toda la posguerra salvadoreña. Logró desenmascarar. Con el paso de los años, con el ascenso al poder total, aquel candidato a alcalde que sonreía tras la bandera de la diversidad, terminó vendiéndose y comportándose como un conservador radical en temas de diversidad y educación sexual y de género. Bukele es ahora, para quienes lo acompañaban en aquella foto, peor que “los mismos de siempre”.

Barrera, nuestro reciente ganador del World Press Photo, se fue a la frontera de su país, al otro lado, ahí nomás de donde no puede volver, y desde el municipio guatemalteco fronterizo de Asunción Mita retrató la vida cotidiana de un punto ciego, ese lugar donde los formalismos migratorios son tan ignorados como el polvo de las veredas. Guiado por un coyote y un contrabandista de gas, el periodista fotografió y nos explica la mecánica de un lugar grave donde los pobladores viven con naturalidad. Hay una foto, nos explica Barrera en su introducción, que no pudo tomar.

Les dejo la cuarta edición de esta revista que ha sido producida en tiempos extremos para nuestro equipo, que aún no se cansa de entender este oficio como un compromiso, pero también como una aventura. Cierro esta carta recordándoles las palabras que la maravillosa periodista Alma Guillermoprieto nos dio en el cierre del Foro Centroamericano de Periodismo de 2011, que organizamos en San Salvador:

“¿Por qué seguir en el oficio? En mi caso personal, para satisfacer una curiosidad inagotable, para entender el mundo, o la porción del mundo que me ha sido dado ver, y para vivir una aventura maravillosa, pues yo creo que es sano reconocer que los reporteros vamos en busca tal vez de la verdad, pero con toda seguridad también de la aventura. Para mí—hablo solamente por mí—una parte importante de esa aventura es el placer de la mirada, el placer del asiento de primera fila ante el gran teatro del mundo. Esa mirada es la que le prestamos a nuestros lectores y por la cual vale la pena correr los riesgos que por momentos se nos atraviesan. Pero a esa mirada, que es quizá la principal herramienta de nuestro oficio, toca pulirla, refinarla, cultivarla, disciplinarla”.

En ello estamos, queridos lectores. Paso a paso. Edición a edición.