Desde sus inicios, este periódico ha investigado corrupción, abusos y pactos criminales de cuanto gobierno nos tocó. No hemos dudado en señalar lo que tocaba, pero hemos tratado de colocar cada señalamiento en su justa dimensión.
Poco después de iniciado el gobierno de Nayib Bukele tuvimos indicios de la existencia de un pacto con los cabecillas de las pandillas. No nos sorprendió, habida cuenta de que ya habíamos comprobado acuerdos entre su equipo en la alcaldía de San Salvador y las pandillas. No solo aquellas fotos de las que ya siendo presidente se burló Bukele banalizando una reunión con criminales como un simple convivio “con palitroques”. Fueron testimonios, confirmaciones de puestos entregados a pandillas en el mercado Cuscatlán a cambio de votos en las comunidades.
Las confesiones de “Charli”, el líder pandillero cuya entrevista publicamos ahora, solo confirman en voz viva eso que ya sabíamos: las pandillas comenzaron a trabajar con Bukele desde su campaña por la alcaldía de San Salvador. Este pandillero confirma otro elemento importante: el acuerdo original se hizo con el FMLN, el partido del que Bukele era candidato. Incluía “incentivos” económicos para los pandilleros a cambio de apoyo electoral para Salvador Sánchez Cerén, candidato a la presidencia (Arena también acordó incentivos económicos a cambio de apoyo electoral); y un año después para Bukele, candidato a alcalde de San Salvador.
Bukele fue expulsado del FMLN cuatro años después y alcanzó la presidencia con la bandera de GANA, explotando las frustraciones de la población ante los dos grandes partidos políticos, ARENA y el FMLN, ahogados en su propia corrupción. Bukele prometió terminar con ese bipartidismo corrupto; y su equipo de campaña logró exitosamente desvincularlo, a él y a su equipo, de esos partidos y sus vicios. Pero Bukele no es ajeno a esos vicios.
Se rodeó de los peores operadores de ARENA y el FMLN, como Herbert Saca, Guillermo Gallegos, Carolina Recinos, Ernesto Sanabria y gente de José Luis Merino como Erik Vega. Y los cabecillas de las pandillas, como Crook, a los que él mismo liberó ilegalmente.
Esta edición confirma también la participación del equipo de Nayib Bukele, que hoy ocupa puestos clave en el gobierno, como enlace entre el entonces alcalde y las pandillas: El actual director de Tejido Social Carlos Marroquín, también enlace en el pacto de Bukele presidente con las pandillas; Dennis Salinas, hoy diputado por Nuevas Ideas y miembro de la Comisión de Seguridad Nacional; y Víctor Martínez, alias Scar, hoy diputado suplente de Suecy Callejas. Y el propio Bukele, al que las pandillas conocían con el seudónimo que conservó en el pacto ampliado ya siendo presidente: Batman.
Tampoco es nuevo confirmar, por esta nueva fuente, que los políticos salvadoreños han engañado a los ciudadanos pactando con criminales por debajo de la mesa, alimentando sus organizaciones con dinero y otras concesiones a cambio de apoyo electoral y descensos en la tasa de homicidios. Que ninguno ha atendido las raíces del problema, la marginación, el abandono y la falta de derechos de millones de ciudadanos. Y las empoderaron tanto que las pandillas llegaron a creerse con capacidad de quitar y poner gobiernos.
Pero esta entrega aporta además detalles cruciales y hasta ahora revelados, contados en la voz de uno de los exlíderes pandilleros que entró encapuchado a la cárcel de máxima seguridad para recibir instrucciones de sus superiores, con la venia del gobierno de Nayib Bukele, y que fue liberado tras solo horas de haber sido capturado en el régimen de excepción.
Entendemos mejor, por boca de Charli, el rol que el gobierno destinó a las pandillas durante la pandemia; sobre la administración de los homicidios y las extorsiones acordada con esta misma administración, encabezada por un hombre que se vende al mundo como gran enemigo de esas organizaciones criminales. Sin sus acuerdos con las pandillas, es imposible comprender el ascenso político de Nayib Bukele.
No lo decimos con ligereza: Estamos ante un régimen de mafiosos.