« Tan pronto creía tener algo y la vida se lo quitaba de un arañazo. »
— Pedro Lemebel (Tengo miedo torero, 2001)
“Yo creo que la lucha de derechos civiles de nuestro tiempo es la comunidad LGBT. Y yo quiero estar del lado correcto de la historia”, decía con voz amable un joven político recién aparecido en el mapa público de la izquierda salvadoreña. Era 13 de octubre de 2014. Sus palabras iban dirigidas a un significativo grupo de unas veinte personas, entre ellas transexuales, gays, lesbianas y aliadas representantes de organizaciones defensoras de la diversidad sexual. “Yo no voy a estar del lado de los discriminadores”, añadía Nayib Bukele sonriente, abrigado con una chumpa azul de reverso rojo, sobre una camisa tipo polo blanca que en su conjunto combinaba sutilmente con las rayas azules, rojas y blancas de sus calcetines, que lo hacían ver fresco, amigable y moderno.
Aquella reunión ocurrió en una casa ubicada en la colonia Flor Blanca en San Salvador, convocada para las cinco de la tarde, en el marco de unas mesas de diálogo como parte de la construcción de la plataforma municipal de la campaña de Bukele, una naciente estrella del FMLN que había sido alcalde de un pequeño municipio de la periferia -Nuevo Cuscatlán- y ahora competía por la municipalidad más importante de El Salvador: la capital. Ese político ya resonaba como un outsider en los medios de comunicación, no sólo por sus atuendos, sino también por sus posturas antisistema, sus discursos progresistas, por compartir en redes sociales artículos de la prensa independiente, por criticar a su propio partido y por defender abiertamente los derechos humanos.
Bukele ganó las elecciones de 2015 y se convirtió en alcalde de San Salvador.
En los últimos años ha circulado en redes sociales una fotografía que fue tomada tras esa reunión, con Bukele al centro y atrás de la bandera arcoíris. La bandera es sostenida por algunos de los participantes que estuvieron presentes ese día. Aunque en la charla hubo más personas, en la fotografía sólo aparecen 13 de los participantes.
Según la agenda elaborada por las organizaciones sociales convocadas, la reunión iba a tener una duración de tres horas con treinta minutos, iniciando a las cinco de la tarde y finalizando a las siete y media de la noche. A las 6:35 p.m., Bukele iba a exponer el compromiso con la “transformación de la situación de exclusión” que sufrían los colectivos diversos en el municipio de San Salvador, para finalizar a las 7:10 p.m. con una firma de compromiso del candidato, que reafirmaría que estos colectivos formarían parte de su plataforma política.
Para reconstruir aquella conversación con Bukele, El Faro logró contactar a un miembro del comando de campaña del FMLN y a seis de los participantes, pero sólo dos quisieron hablar bajo condición de que sus identidades fueran protegidas, por temor a represión. Una de las fuentes, pese a que actualmente reside en Suecia, dijo que prefería apartarse de los medios debido a que tiene una demanda en curso contra el Estado Salvadoreño ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y teme que sus opiniones distorsionen ese proceso. Otros dos nunca respondieron a los mensajes de El Faro y uno de ellos se negó a dar una entrevista, aunque documentó en redes sociales sus posturas cambiantes sobre Bukele.
Esta es la historia de esa foto y de cómo un político mintió a un grupo de personas.
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“Quedamos muy ilusionados. Con una imagen de esperanza. Creíamos que esto iba a cambiar si desde una alcaldía iba a haber más apertura hacia nosotros”, dijo Ander Rivera al recordar las sensaciones que hubo tras aquel encuentro con Bukele. Rivera es un hombre trans. “Nos ilusionamos de que íbamos a tener un servidor público aliado, en el cual podíamos pedir apoyo porque se iba a pronunciar a favor de nuestros derechos”, añadió. Es profesor del sistema público desde el año 1995. Actualmente vive ocultando su condición de persona trans frente a sus colegas y estudiantes, porque teme ser despedido por ese motivo. “He vivido discriminación como estudiante y como docente, y ahora veo cómo en los centros escolares del país se discrimina a muchos estudiantes. Es una decepción total. Están pasando cosas que no imaginé que podían suceder”. Ander imaginaba que algún día podría trabajar en un centro escolar inclusivo para personas LGBTIQ. Ese ha sido su sueño desde que ingresó a la educación pública.
A mediados de 2024, Rivera empezó a trabajar en otra escuela en la capital. En el anterior centro escolar donde laboraba, la directora no respetaba su identidad y lo llamaba según el nombre femenino que tenía antes de optar por la identidad trans que tiene actualmente. En noviembre de 2021 Ander empezó un proceso legal para que en su DUI apareciera su nuevo nombre, pero no fue fácil. “Me hicieron peritajes psiquiátricos y médicos para verificar si tenía cirugías o procesos hormonales. También asignaron a una trabajadora social para que investigara mi entorno. Ella iba a la zona donde yo vivo y preguntaba si conocían a la persona que tenía el nombre que me dieron mis padres, y después preguntaba si conocían a Ander. Fue un proceso largo. Después de los peritajes, una jueza ordenó que me pasaran con un grupo colegiado del Juzgado de Familia. Me reuní con ellos y me hicieron algunas preguntas sobre mi identidad. Tuve dos audiencias, una con testigos, pero en ninguna de ellas hablé”, contó. El año pasado logró cerrar ese entuerto legal y pudo certificar su nuevo nombre, pero no su cambio de género. Ander dijo que en muchos casos cambiar género puede llevar a más trabas, como que las Alcaldías no aceptan tramitar esa información en los documentos de identidad debido al vacío legal que hay detrás.
En El Salvador no existe hasta el momento una Ley de Identidad de Género. El 22 de marzo de 2018, organizaciones civiles presentaron una propuesta de ley ante la Asamblea Legislativa, sin embargo nunca fue aprobada. Cuando asumió la nueva Asamblea en 2021, en su mayoría conformada por diputados del partido de Bukele Nuevas Ideas y el aliado partido Gana, fueron archivadas al menos 30 iniciativas de ley que estaban siendo estudiadas por la pasada legislatura, bajo el argumento de ser consideradas “obsoletas y no acordes a la realidad”, según manifestó la diputada oficialista Marcela Pineda. Entre esas 30 iniciativas se encontraba la Ley de Identidad de Género y la Ley por la Igualdad y la no Discriminación.
En febrero de 2022, la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia dio un año a los diputados para crear una ley que permita a las personas trans cambiar su nombre en un documento de identidad, pero hasta la fecha no se ha cumplido. Ese mismo año la Mesa Permanente por una Ley de Identidad de Género había hecho ocho demandas para hacer efectivo el cambio de algunos nombres, pero solo cuatro fueron aprobadas. No hay un conteo oficial. Según la organización COMCAVIS TRANS. “Al ser un proceso personal, como el divorcio, es información que queda muchas veces sólo entre la persona trans y su abogado”, dijo un comunicador de la organización que se presentó como Gabriel.
Para ese año el Gobierno de Bukele ya empezaba a dar algunas señales de sus pasos hacia el lado conservador. En el mes de septiembre de 2022, el Ministerio de Educación anunció en sus redes sociales la destitución del director del Instituto Nacional de Formación Docente (INFOD) y la reestructuración de la institución, tras la emisión de un segmento de educación sexual en la franja Aprendamos en casa, de la televisión pública, en la que se explicaba el concepto de orientación sexual. El programa, dedicado a las infancias y juventudes cuya educación presencial había sido suspendida debido a la cuarentena obligatoria por la pandemia de covid-19, explicaba a través de viñetas animadas que así como a un chico o una chica le puede gustar el sexo opuesto, también pasa a veces que a los chicos les pueden gustar los chicos y a las chicas les pueden gustar las chicas. Y que eso no tiene nada de vergonzoso. El comunicado del Ministerio decía: “Tenemos claro que debemos siempre velar por la niñez, proteger su salud mental y fomentar los valores familiares que son la base de la sociedad salvadoreña”.
En la reunión donde estuvo Ander y donde se tomó aquella foto, Bukele prometió la eliminación de la discriminación en toda la ordenanza municipal de San Salvador y las instituciones públicas de la capital; cambios en el trato que le darían los Cuerpos de Agentes Metropolitanos (CAM) a las personas LGBTIQ en los espacios públicos. Por ejemplo, les permitirían a las personas trans y travestis la permanencia en plazas o parques, cuando normalmente se las sacaba de los lugares. Incluso prometió acompañar a la comunidad durante las marchas del día del Orgullo que se conmemoran en junio de cada año. Esto último, dijo Ander, nunca ocurrió.
“Cuando llegó a alcalde, algunas ordenanzas se empezaron a dar al inicio, como el trato que tuvieron los agentes policiales con mujeres trans en espacios públicos, pero con el pasar del tiempo ya no se mantuvieron. Era más difícil acceder a él. Sólo se logró hablar con él una vez, previo a una marcha, pero luego solicitamos reuniones con él y no las obtuvimos”, dijo Ander.
Tras aquel encuentro con Bukele, los ánimos de muchas de las personas que participaron se convirtieron en apoyo electoral para su candidatura, quien ganó la Alcaldía capitalina en 2015 con el 56.8 % de votos frente a 47.11 % de votos a favor para el principal contrincante de Nayib: el candidato Norman Quijano, del partido ARENA. Un miembro del comando de campaña del FMLN que estuvo involucrado en esa elección, a quien nos referiremos sólo como “Ye” por seguridad personal, dijo a El Faro que entre los principales desafíos que tenía esa estrategia de campaña era trabajar con la imagen de un partido que empezaba a perder popularidad. “Dar el salto de un municipio pequeño (Nuevo Cuscatlán), en donde los problemas están ahí, pero las soluciones a la mano, iba a implicar un reto. El Frente, además, había perdido popularidad y credibilidad desde la última elección en donde perdió la candidata Violeta Menjívar, por falta de eficiencia en los servicios, mediocridad y corrupción”, mencionó.
Debido a esa falta de confianza, a pesar de que existía un equipo del FMLN que se encargaría de la campaña, Bukele creó un equipo paralelo para manejar las comunicaciones y los mensajes a emitir, en donde se encontraban personajes que actualmente son miembros del Gobierno salvadoreño y del partido Nuevas Ideas, entre ellos: Ernesto Castro, como asistente (actual presidente de la Asamblea Legislativa) y su primo Xavier Zablah Bukele, quien luego se convertiría en presidente del partido de Bukele; Sofía Medina (actual Secretaria de Comunicaciones de Presidencia), como encargada de comunicaciones, y Ernesto Sanabria (actual Secretario Privado de Prensa de la Presidencia), que se incorporó cuando la campaña ya había iniciado. Ye aseguró que el hermano de Bukele, Karim, siempre estuvo ahí “tomando decisiones, pero no presencialmente. Cuando había algo que no estaba decidido, se consultaba con él”, dijo.
“Bukele pidió claramente llevar las comunicaciones, las redes sociales y la campaña con un equipo aparte. Ellos lo que le pedían al partido era dinero. Si había alguien de comunicaciones en el comando, no importaba. Para ese momento, las redes sociales tenían impacto y el equipo del partido no estaba al tanto de las tecnologías. Por ese lado, yo era una persona crítica con el FMLN. Entonces el candidato dijo que su equipo era experto en publicidad. Incluso hicieron un manual de marca con los datos e ideas acumuladas de la estrategia que se utilizó en Nuevo Cuscatlán”, señaló Ye.
Ye mencionó que cuando se hacían ejercicios de metas electorales desde el comando de campaña, en realidad siempre se priorizaron los sectores cuantitativamente más poblados y no tanto a grupos socioculturales específicos. “Con el candidato y su equipo, no creo que haya habido discusiones profundas sobre este u otros temas. La dinámica cotidiana era bien pragmática. Se basaba en eventos: del evento para la foto, del evento para el vídeo o para la comunicación en redes sociales”, dijo. El acercamiento que tuvo Bukele con ciertas poblaciones anteriormente marginadas en los planes de gobernanza, como las juventudes o en este caso la comunidad LGBTIQ, fue clave para infundir confianza dentro de su discurso de campaña, aunque El Faro ha documentado que de todos modos, parte de la estrategia del equipo de Bukele para llegar al poder fue negociar con pandillas el apoyo electoral, la reducción de homicidios y el control de las extorsiones. Para Ye, aquella reunión donde se tomó la foto era solo para eso, para tomarse la foto.
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Ana, activista independiente de derechos humanos, asegura que esa reunión que ocurrió en 2014 fue convocada por el equipo de campaña de Bukele entre distintas organizaciones civiles que velaban por los derechos de la comunidad LGBTIQ. Esa casa donde se hizo la reunión, dice Ana, era la base de campaña del entonces candidato a alcalde por la fórmula del partido de izquierda.
Desde la firma de los Acuerdos de Paz en 1992, Ana ha acompañado a diversos movimientos civiles y organizaciones defensoras de derechos humanos, motivada en parte por la desaparición forzada de su madre en septiembre de 1982 a manos de escuadrones de la muerte, durante la represión militar que acechó a El Salvador en esos años del conflicto armado. Ana se comunicó con algunos representantes de esas organizaciones LGBTIQ para que pudieran llegar a hablar con Bukele y exponer sus demandas al candidato a alcalde.
“Esa reunión generó tanta confianza e ilusión, que posterior a ella se nos convocó a participar en la elaboración de la plataforma de campaña de Nayib, que se llamaba Nuevas Ideas para los Nuevos Tiempos. En ella había un eje en la página 41 que se llamaba Ciudad Inclusiva”, contó Ana. “En esa reunión se le pidió, principalmente a Nayib, que no instrumentalizara a la población LGBTIQ. Pero cuando quisimos instalar la mesa de seguimiento al eje de Ciudad Inclusiva ya no pudimos hacerlo. Cuando Nayib llegó a ser alcalde, se negó a todo”.
El Faro accedió a dos versiones del borrador de la plataforma de campaña llamada Nuevas Ideas. En el primer borrador, que fue compartido para su edición a las organizaciones LGBTIQ que participaron en la reunión donde se tomó la foto, se hicieron algunas sugerencias para cambiar la terminología y que respondiera mejora las demandas de la comunidad. Por ejemplo, en el punto uno del apartado titulado “Cero violencia por discriminación”, se sugirió cambiar la frase “evitar la discriminación” por “erradicar la discriminación”. Sin embargo, cuando se oficializó el documento, las sugerencias de las organizaciones no aparecieron.
“Cuando un funcionario público o un político dice que va a evitar la discriminación, está diciendo que va a dejar que nos discriminen, pero sólo un poquito”, dijo Ana, quien aseguró que muchas de esas decisiones que tomó el equipo de campaña de Bukele, de no ser radical en la defensa de los derechos LGBTIQ, tuvo que ver con “no generar anticuerpos con otros grupos conservadores, como los fundamentalistas religiosos o los pro-vida, para poder ser electos”.
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Karla Guevara es la actual Secretaria General de la Federación Salvadoreña LGBTIQ. En 2014 era estudiante universitaria, pero tenía enlaces con organizaciones defensoras de derechos humanos y activistas que estuvieron involucrados en las conversaciones con el equipo de campaña de Bukele. Guevara no asistió a la reunión donde se tomó la fotografía porque tenía clases. Sin embargo ella dijo que fue una época llena de promesas a favor de las personas trans, gays y lesbianas.
Guevara comentó que al inicio de la gestión de Bukele como alcalde hubo algunos movimientos a favor, pero luego las promesas ya no se cumplieron. En 2017, mencionó, se permitió pintar el paso cebra de un punto peatonal de San Salvador con los colores de la bandera arcoiris, pero no duró mucho y volvió a ser pintado con el habitual blanco. Ella se refiere a la intervención que ocurrió sobre la Avenida Los Andes, en un acto artístico-político al que llamaron "El gran espectáculo en el cielo", cuya conceptualización estuvo a cargo del artista Daniel Ruiz. En el acto de creación participaron decenas de personas que, con rodillo en mano y megáfonos, pronunciaban consignas a favor de la comunidad LGBTIQ.
Entre los participantes estaba Nicolás Rodríguez, quien hasta hace un par de años era uno de los principales productores de la marcha del Orgullo en San Salvador. Rodríguez también estuvo en la reunión con Bukele y aparece en la fotografía donde sostiene la bandera arcoíris, pero Rodríguez se negó a hablar con El Faro para este reportaje. “He vivido un buen tiempo en Estados Unidos, donde miraba que estaban estos pasos arcoíris y me gustaba el simbolismo que tenía, que era una mezcla entre el fomento al respeto a la diversidad sexual y el respeto al peatón”, dijo a El Faro para una vídeo nota que se hizo en su momento sobre la intervención artística.
En El Salvador la mayoría de gestos a favor de la diversidad sexual han sido meramente simbólicos. De acuerdo con la recopiladora internacional de datos Statista, hasta mayo de 2025 son nueve los países en América Latina que han legalizado el matrimonio igualitario. Desde luego, El Salvador no está entre esos nueve. Pero esto no es lo más grave. Tanto Amnistía Internacional como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos determinaron en el 2020 que la esperanza de vida para personas trans en el país es de 33 años, frente a la esperanza de vida de personas heterosexuales que es de 73 a 74 años, según la última actualización de datos demográficos de la Organización Mundial de la Salud.
Las cifras varían según a quién se le pregunte, pero un informe de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) de 2017, señala que desde 1995 hasta 2016, han sido asesinadas más de 500 personas de la población LGBTIQ. Otro registro de la Red Regional Sin Violencia señala que entre 2011 y 2022 hubo 79 asesinatos contra personas de esta población. El boletín Nuestra Mirada, elaborado por cuatro organizaciones sociales en 2024, reportó que entre octubre de 2023 y agosto de 2024 se registraron 109 actos de violencia por estigmas de identidad de género, y un 56.6 % de casos que fueron denunciados acabaron archivados en la Fiscalía. Apenas en 2015 la Asamblea Legislativa reconoció la gravedad de los delitos de odio, a través de una modificación al Código Penal para incluir como homicidios agravados los crímenes motivados por el odio hacia un grupo o identidad particular. “El presidente Bukele ha hecho prioritaria la lucha contra la criminalidad y se jacta de la reducción en el número de homicidios. Sin embargo, su falta de estrategia en lo referente a los delitos de odio LGBT es inquietante”, escribió Cristian González Cabrera, investigador sénior del programa de derechos LGBTIQ de Human Rights Watch, en un artículo institucional.
Incluso el modelo de seguridad del que alardea la propaganda gubernamental ha sido nocivo para la diversidad. La organización AMATE ha registrado que, desde marzo de 2022 hasta la fecha, hay al menos 68 casos verificados de vulneraciones a derechos humanos contra personas de sexualidad diversa, a causa de violencia infringida por policías o militares durante el régimen de excepción.
Así es el país en el que unos brochazos en el suelo de una calle son considerados un signo de apertura política hacia los derechos humanos. Hasta que se borran.
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Luego de que Bukele fuera expulsado del FMLN en 2017 y formara su propio movimiento político, Nuevas Ideas (nombre que retomó de la plataforma elaborada por el equipo de campaña del Frente), y ganara las elecciones presidenciales en 2019, el acercamiento con las poblaciones LGBTIQ fue desvaneciéndose a tal punto de que incluso en su segundo Gobierno inconstitucional, les ha convertido en persona non grata para la nación. El cambio del discurso de Bukele ha sido de aliado a discriminador. De aquella foto ya no queda nada.
Sin embargo no debería de sorprender. El joven político que cuando estaba en las filas del FMLN se presentaba a sí mismo como progresista y crítico del sistema, tuvo la astucia camaleónica de aliarse con otros partidos políticos para llegar al poder, mientras estaba en proceso de consolidación Nuevas Ideas. El 30 de junio de 2018 anunció una alianza con Cambio Democrático (CD), un pequeño instituto político autodenominado de centroizquierda, pese a sus conocidos vínculos con miembros de otros partidos derechistas. La relación de Bukele con el CD tuvo una vida corta, pues el partido sufrió una disolución tras una decisión judicial que en julio de ese año ordenó su cancelación, ya que en la anterior elección no obtuvo la cantidad necesaria de votos para seguir existiendo. Ese mismo mes Bukele ya tenía otro partido político como salvavidas de sus planes. Se inscribió en el abiertamente conservador Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), un partido cuyos miembros públicamente han repudiado las causales para legalizar el aborto (como una violación o complicaciones que pongan en riesgo la vida de la madre durante el embarazo o parto), el matrimonio igualitario, e incluso han solicitado reformar la Constitución para que se permita la pena de muerte en El Salvador, como ha insistido uno de sus miembros más activos, Guillermo Gallegos. Es por eso que, estando Bukele en medio de políticos de duras corazas conservadoras, la fotografía que se había tomado años antes con la bandera arcoíris resultaba tan anómala.
Cuando ya estaba compitiendo por la presidencia bajo la bandera del partido Gana, las señales de un cambio de postura empezaron a verse. Durante un conversatorio presidencial ocurrido el 31 de octubre en la Universidad Centroamericana (UCA), Bukele dijo estar en contra del matrimonio igualitario a través de un discurso en el que también reafirmó su compromiso con la intolerancia hacia la discrminación. Incluso propuso que las personas discriminadoras deberían ser castigadas penalmente.
“Nosotros no pensamos cambiar la ley en cuanto al matrimonio. Nosotros creemos que en el derecho de la comunidad LGBTI… De hecho yo tengo muchos amigos, familiares que son de la comunidad LGBTI… Nosotros creemos que no puede haber discriminación absoluta. ¿Alguien a sufrido discriminación de algún motivo? Por ser mujer, por ser joven, por no tener experiencia laboral, racial porque van a Estados Unidos y de repente ‘este latino’... se siente feo, ¿no? Entonces no podemos discriminar a nadie por su forma de ser o por su forma de pensar. Entonces para nosotros, la absoluta no discriminación debe ser garantizada incluso con castigos penales para quienes la aplican, pero en el tema del matrimonio nosotros creemos que el matrimonio debe ser entre un hombre y una mujer. Eso no quita la vida que cada quien quiera llevar. Simplemente que es la definición del matrimonio. Es decir, esta es una botella de agua. Yo me puedo tomar el agua en vaso, pero no por eso le voy a poner de nombre botella. Para nosotros no debe haber discriminación y la gente puede hacer lo que quiera con su vida personal, y si hay discriminación debe de ser castigada penalmente, pero la definición del matrimonio es la unión legal entre un hombre y una mujer”, dijo Bukele.
Y ya en sus primeros días como presidente, su Gobierno eliminó la Dirección de Diversidad Sexual, una oficina gubernamental que servía de enlace entre el Ejecutivo y las organizaciones civiles LGBTIQ. La Dirección se cerró por la eliminación de la Secretaría de Inclusión Social. Teóricamente, sus funciones pasaron a una unidad dentro del Ministerio de Cultura. Estos primeros pasos provocaron que en 2020 diferentes organizaciones declararan ante medios de comunicación su descontento, pero al Estado poco le importó el reclamo. “Demandamos a las autoridades respectivas otorgar estabilidad laboral a las personas trans y mujeres lesbianas contratadas en las distintas instituciones gubernamentales, y aún en aquellas secretarías que han sido disueltas, puesto que son quienes más barreras enfrentarían para insertarse laboralmente debido al prejuicio social imperante”, decía un comunicado de la Federación Salvadoreña LGBTI.
Nicolás Rodríguez, aunque se negó a hablar con El Faro, dejó expresiones públicas en sus redes sociales que revelan sus posturas ante el mandatario salvadoreño y su descontento por las promesas no cumplidas.
En uno de esos mensajes que hizo público en su perfil de Facebook, con fecha 15 de mayo de 2021, Rodríguez aseguró que cuando Bukele dejó el partido de izquierda hubo “un cambio de timón”, y le achacó que, al haber sido nombrado presidente de la república en 2019, “lo primero que hizo fue abolir la Dirección De Diversidad sexual (sic)”. Rodríguez también dice en su post: “En su plan Cuscatlán nos vuelve a ‘incluir’ con un refrito de Ciudad Inclusiva la cual no nos cumplió siendo alcalde, y justo gana la presidencia Y JAMAS NUNCA se volvió a oir en su boca las siglas LGBTIQ (sic)”. Y añade: “Luego cambia RADICALMENTE su discurso sobre el MATRIMONIO IGUALITARIO cosa que me duele en lo más personal porque hoy afronto toditos los problemas sociales y prácticos de no tener legal mi unión. Paciencia se le ha tenido, igual a Suecy Callejas Estrada (vicepresidenta de la Asamblea Legislativa por el partido de Bukele) a quien usted delegó y luego se nos Fue de diputada y los primero que hace es Mandar al trasto una propuesta de LEY que No vino de los ‘dipurratas’ sino del pueblo, SU PUEBLO; porque sí presi, nosotros lo pusimos AHÍ. Lo que archivaron era redaccion de Pueblo LGBTIQ. Análisis de una década (sic)”.
Las posturas y acciones conservadoras de Bukele como presidente, nunca fueron bien vistas por las organizaciones defensoras de derechos humanos a nivel internacional. En enero de 2021, Human Rights Watch denunció que El Salvador no tiene las condiciones necesarias a favor de las personas gays, trans o lesbianas, para llevar a cabo un Acuerdo de Cooperación sobre Asilo con el Gobierno de Estados Unidos. Un mes antes, el 15 de diciembre de 2020, el Gobierno había aceptado implementar el acuerdo, sin embargo la organización sostuvo que el país no ofrece un refugio seguro frente a la violencia y la discriminación. Human Rights Watch registró que entre enero de 2007 y noviembre de 2017, más de 1.200 salvadoreños pidieron asilo en Estados Unidos por temor a ser perseguidos por motivos de orientación sexual o identidad de género.
Entrando a su segundo período inconstitucional, tras las elecciones de 2024 que ganó violando cuatro artículos de la Constitución, Bukele se acercó más al discurso anti derechos y diversidad. En febrero participó en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), que aglutina a políticos y líderes de opinión de extrema derecha. En ella pronunció un discurso en el que arremetió en contra de lo que llamó “la agenda globalista”, término que suele utilizar la clase política conservadora para desacreditar a organizaciones internacionales de derechos humanos, organismos multilaterales y agendas concertadas entre países a través de Naciones Unidas, la Unión Europea u organizaciones regionales. De hecho, en un space en la red social X que Bukele realizó al inicio de su campaña para la reelección inconstitucional, se mostró desconfiado con la agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Esta postura ha sido replicada por otros funcionarios como la diputada Alexia Rivas, quien dijo en un tuit el 27 de junio: “El Salvador es pro vida, pro familia tradicional, y la agenda 2030 no tiene cabida”.
El 12 de agosto de ese mismo año, el Gobierno salvadoreño emitió un acuerdo de creación de un nuevo Consejo Nacional para el Desarrollo, con el que derogó el Consejo Nacional para el Desarrollo Sostenible, que daba seguimiento a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, incluidos en la Agenda 2030.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) define a la Agenda 2030 de Naciones Unidas así: “ (...) Es la guía de referencia para el trabajo de la comunidad internacional hasta el año 2030. La Agenda 2030 presenta una oportunidad histórica para América Latina y el Caribe, ya que incluye temas altamente prioritarios para la región, como la erradicación de la pobreza extrema, la reducción de la desigualdad en todas sus dimensiones, un crecimiento económico inclusivo con trabajo decente para todos, ciudades sostenibles y cambio climático”.
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El discurso antiderechos de Bukele se convirtió en política pública. Durante la CPAC, Bukele aseguró a Catalina Stubbe, directora de la organización conservadora Moms for Liberty, que en El Salvador ya no se impartirán contenidos relacionados a diversidad sexual en las escuelas. Dicho y hecho: el ministro de Educación, José Mauricio Pineda, dijo en un post de X que había ordenado eliminar de los planes de estudio todo contenido relacionado.
Pero eso no fue lo único. Médicos y miembros del sistema de salud público reportaron cambios en los formularios de atención de enfermedades de transmisión sexual. En ellos también se había eliminado información y terminología clave que aludía a la diversidad sexual. Desde finales de febrero e inicios de marzo de 2024, por ejemplo, los formularios de registro y atención de personas con VIH-SIDA dejaron de categorizar con exactitud qué tipo de población es la que está recibiendo la atención médica.
Un médico del sector público que accedió a hablar con El Faro bajo condición de anonimato, explicó que las poblaciones claves son las que, epidemiológicamente, tienen la mayor prevalencia de una enfermedad, es decir qué tan propensos están a contraer el síndrome. Las tres poblaciones claves solían registrarse así: hombres que tienen sexo con hombres, mujeres transgénero y mujeres trabajadoras sexuales. “Esto se hace en función de la práctica sexual de riesgo que tenga la persona, no va orientado a una identidad”, señaló el médico. La terminología se cambió y ahora para referirse a un hombre que tiene sexo con otro hombre se dice ‘hombre de alta prevalencia’. Y para referirse a una mujer transgénero se refiere como ‘persona de alta prevalencia’.
“En un escenario ideal, es necesario que todo este tipo de variables se tengan visibilizadas, porque en la salud pública para hacer accesible un servicio a la población, tiene que ser un lugar seguro en el que la gente tenga la confianza de decir cuál es su orientación sexual y su identidad de género, porque esos datos también son indicadores internacionales. Eso es una censura, un retroceso, porque el usuario percibe como hostil el servicio que se le da. El Fondo Mundial de la Organización Mundial de la Salud, le hizo la observación al Ministerio de Salud de que tenía que volver a retomar eso porque era un logro, pero la coyuntura política no lo permitió”, dijo el médico.
Nicola Chávez, secretaria general de la organización defensora de los derechos LGBTIQ, AMATE, sostiene que ese discurso y esas políticas implementadas por Bukele son “una continuación del populismo, para atraer apoyo de la ciudadanía a través del moralismo”. En el acto de toma de posesión, que tuvo lugar el 1 de junio, se rodeó de un influyente grupo de representantes del ala más conservadora de Estados Unidos, que reafirmó su acercamiento a corrientes políticas de ultraderecha que son incompatibles con los movimientos que defienden las libertades sexuales y los derechos identitarios de las minorías raciales o culturales. Entre los invitados al evento estuvieron líderes conservadores cercanos al movimiento Make America Great Again (Maga), como el mismo Donald Trump hijo, el congresista de Florida Matt Gaetz e influencers de redes sociales cercanos al actual presidente republicano, como el expresentador de noticias de la cadena Fox, Tucker Carlson, y Eduardo Verástegui, productor de cine y exaspirante presidencial ultraderechista de México.
Chávez también apuntó a que este es un fenómeno más amplio. “No sólo se trata de censura sino que es un esfuerzo por clausurar la visibilidad de la población LGBTIQ, de forma general”. Desde junio de 2024 hasta la fecha, se han venido dando una serie de incidentes que han atentado contra la libertad de expresión, asociación y representación de este grupo de la sociedad, por faltas de políticas públicas con las que los gobiernos locales y el central puedan mediar. Hay algunos ejemplos:
El 16 de junio de 2024, el Ministerio de Cultura de El Salvador emitió un comunicado en sus redes sociales, anunciando la cancelación de las funciones en el Teatro Nacional de San Salvador de una obra del grupo Inari, un proyecto escénico con enfoque LGBTIQ que incluye personajes drag. El comunicado del Ministerio decía que la primera función de una de sus obras, el día 15, “presentó contenido no apto para las familias salvadoreñas” y alegó que “omitió información deliberadamente en su solicitud de arrendamiento”. Según otro comunicado publicado por el grupo, la obra se basa en un guión que “ya se ha presentado en el Teatro Nacional, contando con temporadas en el año 2016, 2017, 2018, 2019 y 2022”. Además, señaló que “el contenido del espectáculo es bien sabido por el personal del Ministerio de Cultura, ya que el actor principal lleva 12 años presentándose en la institución”.
El 27 de noviembre de 2024 la Superintendencia de Regulación Sanitaria de la Alcaldía capitalina clausuró el bar más antiguo de la comunidad LGBTIQ, que funcionaba desde los años del conflicto armado, en el Centro de San Salvador, “El Hoyo Bar”. El cierre, según las autoridades, se debió a “una falta de permisos”, y coincidió con las acciones del reordenamiento de otras zonas del Centro Histórico. El lugar estaba en un sótano del centro comercial Plaza Central, sobre la Calle Delgado, a una cuadra del Teatro Nacional. Sobrevivió a terremotos, a las pandillas y al covid-19. Por muchos años fue refugio de personas de la diversidad que residían en la periferia de la ciudad. Días después de que fuera cerrado distintas personas llegaron para realizar una despedida y a reivindicarse con carteles que decían: “Las personas LGBTIQ tenemos derecho a espacios seguros”.
El 22 de junio de este año, el investigador cultural Dylan Magaña anunció en sus redes sociales la demolición del cine Izalco, tras la construcción de los corredores de la actual Biblioteca de El Salvador (BINAES). Ubicado en la conocida como Calle de la Amargura, el cine Izalco fue uno de los últimos cines antiguos en mantener una cartelera activa, aunque clandestina. Este espacio era conocido entre algunos miembros de la comunidad LGBTIQ por presentar películas eróticas con contenidos gays y lésbicos. Actualmente, dice Magaña, este espacio es un estacionamiento.
Midnight Delight es un joven artista travesti que desde el 2018 ha hecho performances en diferentes espacios públicos y privados, así como diseñado vestuarios que desafían la cultura popular salvadoreña. Un ejemplo es una pieza presentada en junio de 2024, que consiste en un vestido formado por retazos de camisetas de Alianza Fútbol Club, un equipo de soccer salvadoreño, y trozos fruncidos de delantal femenino. En el mundillo del travestismo, Delight ha logrado consolidar una marca personal a través de sus diseños. Muchas de sus piezas han sido expuestas por Nessa Saldaña-Sosa, una modelo trans que ha sido portada de la revista de moda Blanc de Nueva York.
Por la naturaleza de su oficio, Delight es una de las personas que más conoce los espacios culturales en San Salvador. Pese a que muchas de sus presentaciones se han hecho en lugares privados, como la Alianza Francesa, el Centro Cultural de España en El Salvador o la Nave Cine Metro de la Asociación Cultural Azoro, el artista lamentó que poco a poco se están cerrando otros lugares alternativos y de arraigo más popular para la comunidad LGBTIQ.
“La mejor manera de desaparecer a la población que políticamente no te conviene, es invisibilizándola y quitándosela de los espacios públicos. Comenzaron con la institución, luego fueron con la cultura y ahora están ya con los espacios físicos, que sirven para reunirse. Es una forma de hacerle creer a la población en general que lo LGBT está desapareciendo, que ya no hay espacio para nosotros aquí. Es también una forma de hacernos creer que estamos separados, que ya no hay forma de organizarnos para alzar la voz”, dijo a El Faro.
Entre la comunidad LGBTIQ han habido voces críticas que han hecho públicos sus descontentos hacia el poder. Una de ellas es la de Marvin Pleitez, mejor conocido como Lady Drag, un personaje que ha participado en casi todas las protestas contra Bukele que han habido desde el 2021; en contra de la toma del poder judicial, la Ley Bitcoin, la militarización del país, o la aprobación de la Ley General de Minería Metálica. El 9 de julio de 2022, el hermano de Lady Drag, Héctor Antonio Canales Mercado, fue arrestado por el régimen de excepción bajo acusaciones de asociaciones ilícitas. A inicios de ese año, el 10 de enero, Lady Drag se presentó en la Asamblea Legislativa con una propuesta de reformar al Código Penal que incluía sanciones con cárcel para aquellas personas que promovieran la reelección presidencial en El Salvador. Héctor presuntamente falleció el 27 de octubre en el Penal de Izalco, pero según reportó el Diario de Hoy a la familia no le avisaron de inmediato.
Según lo registró la prensa, el parte médico de Medicina Legal decía que falleció por un edema pulmonar, pero como ha ocurrido con cientos de casos de personas fallecidas bajo custodia del Estado. Su cuerpo, dijeron sus familiares ante los medios de comunicación, tenía signos de golpes y torturas. “Yo fui una persona que voté por él (Bukele). Estuve en las mesas de votación peleándome con una señora del Frente, para que validaran los votos que se habían dado por él. Estuve como estúpido frente al Teatro Nacional en el cierre de campaña. Yo en mis redes sociales decía ‘Sí, démosle al cambio. Hay que cambiar a esos dinosaurios de la vieja política’. Y de repente justamente nada… me he sentido burlado, traicionado. Como voté por él, me siento todavía con más responsabilidad de hacer lo que ahora hago”, dijo Marvin en una entrevista publicada el 19 de octubre de 2022 en el medio Focos.
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Aquella tarde de octubre de 2014, cuando Nayib terminó de intercambiar palabras con los participantes de la reunión con los que se tomó la foto, se le hizo firmar una carta de compromiso. “Esa foto, además, se tomó porque los participantes querían que hubiera un registro”, me dijo Ye. Por otro lado, Ana aseguró que a Bukele se le entregó la bandera arcoiris que aparece sosteniendo en la foto. Fue como un obsequio por sus promesas. La firmaron quienes estuvieron ahí, y se le pidió que la exhibiera en su despacho una vez ganara las elecciones como alcalde. Ahora Bukele es presidente de El Salvador por segunda vez consecutiva, pese a que la Constitución de la República lo prohíbe. Y el país lleva más de tres años militarizado por el régimen de excepción.
Haciendo un repaso por los últimos dos años, tanto Ander como Ana dijeron sentir desilusión de aquel joven político que algún día les dijo que no sería un discriminador. “Con tanto arresto arbitrario, tenemos miedo, pero vamos a seguirnos pronunciando con las marchas, los plantones y lo que tengamos que hacer para ser visibles”, dijo Ander. Como promotora de derechos humanos, Ana cree que la población LGBTIQ no debe estar sola en su propia lucha: “Tiene que sumarse al movimiento social y exigir su espacio propio. Pero también debe sumarse a la multiplicidad de luchas; como la lucha contra la minería, la lucha contra la persecución de líderes ambientales, aunque yo sé que vivimos en un régimen que hace difícil todos los días la existencia de personas dentro de su radicalidad”, dijo.
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El mediodía del 28 de junio del 2025, un año después de las modificaciones de los contenidos educativos sobre diversidad sexual, la censura de formularios epidemiológicos de pruebas de VIH-SIDA y el discurso de Bukele en la CPAC, cientos de personas se congregaron en las inmediaciones del monumento al Divino Salvador del Mundo en San Salvador, para conmemorar el Día del Orgullo LGBTIQ.
La tarde estuvo marcada por tormentas que causaron pequeñas inundaciones en muchos tramos de la capital. Pese a las amenazas del clima, la marcha siguió su curso coloreando las calles con la bandera arcoiris, trajes brillantes, música, bailes, batucadas, bandas orquestales, cachiporras trans y carteles que reivindicaban el amor, la libertad de expresión y los derechos humanos.
Antes de que empezara la marcha, miembros de la Federación LGBTI El Salvador leyeron un comunicado que empezaba así: “Las personas de la población LGBTIQ+ seguimos, aunque las estadísticas digan que no existimos, viviendo en El Salvador, un país donde hoy, después de décadas de avances, defender los derechos humanos es de nuevo una causa perseguida”.
El comunicado de la Federación alude al aumento de la criminalización de personas defensoras de derechos humanos ocurrido en los últimos meses. Durante mayo y junio, El Salvador ha experimentado su más grave espiral de autoritarismo. La captura de los abogados Ruth López, Alejandro Henríquez y el pastor y líder comunitario José Ángel Pérez, considerados por Amnistía Internacional como presos de conciencia, así como el arresto del constitucionalista Enrique Anaya y la salida de al menos 40 periodistas, ha encendido las alarmas internacionales y el miedo nacional. “Exigir derechos para nosotres, que se reconozca nuestro nombre y género, que se nos permita estudiar o trabajar dignamente, nos vuelve tan defensores de derechos humanos como quienes protestan contra la minería metálica, contra el grave retroceso de garantías sociales y políticas que ahora vivimos”, decía el comunicado.
A siete años de que un joven e izquierdista Bukele posara sonriente rodeado de representantes de organizaciones LGBTIQ, detrás de una bandera arcoiris que él mismo firmó como compromiso en la defensa de sus derechos, nadie en esa marcha -ningún gay, ninguna lesbiana, ninguna persona bisexual, transexual o no binaria- veía a Bukele como un aliado o un defensor de sus libertades civiles. “¡Sin libertad no hay diversidad!”, decía un cartel. “Silenciar también es represión”, decía otro. Nadie en esa marcha bajo la lluvia pensaba que El Salvador es hoy por hoy un país progresista.